Por Iván de J. Guzmán López

El tanque de oxígeno que recibió Quintero, tras la llegada de Petro a la Casa de Nariño, parece agotarse de manera acelerada. Así lo demuestran el desgaste permanente que vive el alcalde en persona ante los ciudadanos (que no pierden oportunidad para chiflarlo),  el deterioro acelerado de la ciudad, los índices de la caída de la calidad de vida ciudadana, la delincuencia desenfrenada, el diario trapear del alcalde con la cultura paisa, la espalda dada a diario al comercio organizado con la invasión del espacio público, las tarifas de energía y la alta valorización. A esto, súmele el señalamiento, jamás visto en mandatario alguno, hacia el empresariado antioqueño a quienes ha llegado a tildar de “mafiosos”. Obviamente, esto último agravado con el desconocimiento público del papel que nuestros empresarios han aportado a la grandeza y cultura de Medellín y Antioquia.

Sin lugar a dudas, lo más grave es el rompimiento del tejido social que está sufriendo la ciudad a todos los niveles (y peor aún, de cuenta del mismo alcalde y sus empleados), porque romper el tejido social y cultural de una ciudad como Medellín, trabajados con tanto esfuerzo, con valores preclaros, rectitud y mística por más de un siglo: esto último es dejar la ciudad a la deriva, es descuartizarla, abandonarla sin ningún proyecto y puesta en manos de intereses particulares, demasiado oscuros.

Todo este panorama se ve ahora reflejado en un concejo de Medellín que está despertando y está lleno, como la ciudadanía, de desconfianza hacia un mandatario que no une; que más bien, divide y polariza. Para muestra, cito al periódico El Tiempo, cuando, en su edición del 7 de octubre de 2022, dice: “Tras cinco horas de discusión, dos recusaciones presentadas, intervenciones de la ciudadanía y debate de los corporados, el Concejo de Medellín negó, en la noche de este jueves 6 de octubre, la solicitud que presentó el alcalde Daniel Quintero para considerar nuevamente el proyecto de acuerdo que busca la venta de acciones de EPM en UNE e inversiones Telco.  La plenaria rechazó el recurso que presentó Quintero el mismo día en que instaló el último periodo de sesiones ordinarias del año, el pasado 1 de octubre”.  El hecho sucedió cuando, apenas dos días antes, la comisión primera del Concejo había hundido, por tercera vez en el año, el proyecto de acuerdo en primer debate.

Insostenible, por donde se le mire, es la gobernabilidad y credibilidad del señor Quintero entre la ciudadanía, y en especial entre nuestros respetados empresarios que, como ya dije, representan la pujanza de Medellín y Antioquia, y el bienestar de muchos antioqueños que fincaron su vida y sus oportunidades en empresas tan bellas y queridas como Coltejer, Fabricato, Haceb, Peldar, Coltabaco, y otras decenas, ya desaparecidas. A propósito, acabo de recibir un lacónico mensaje, titulado: Mirando al futuro, que dice literalmente:

“Un grupo de líderes empresariales de Antioquia estuvo planteando en privado que para las elecciones del 2023 debe haber una fórmula para la gobernación y la alcaldía de Medellín, y particularmente se mencionaron dos nombres: el de Federico Gutiérrez, excandidato presidencial, y el del excomisionado de Paz Juan Camilo Restrepo”.

Creo que el “grupo de líderes”, no es despreciable, si consideramos que Medellín va al garete, no hay claridad todavía de para dónde iban  los dineros de la “ansiada” venta de las acciones de EPM en UNE e inversiones Telco, no sabemos realmente cuando se prenden las turbinas de Hidroituango y la ciudad va “cuesta abajo en la rodada”, como en el canto de Gardel.

Ah, Medellín, mi Medellín, que ahora ya no es Tacita de Plata. Y, socarronamente, producto de la ruptura del tejido social, ahora le dicen, la “Tacita de lata”.