Por: IVÁN   ECHEVERRI   VALENCIA

Sin haber superado la pandemia y todos sus estragos que esta ha traído consigo y que nos ha golpeado duramente, hasta el punto de haber retrocedido en  décadas de todo lo ganado en materia económica y social. Se avecinan dos años de contienda electoral con los consabidos sobresaltos sociales y políticos.

El virus ha impactado no solo en la caída de la renta petrolera, sino también en el crecimiento del déficit y reducciones de las calificaciones de riesgo; en el aumento histórico del desempleo; en  el menor consumo de bienes y servicios y se presagia que vamos a tener el año de menos exportaciones; el como si fuera poco, el turismo se fue a pique y la inversión extranjera se estancó.

Por parte de los militantes de los equipos tradicionales, se vive una verdadera paranoia; vaticinan un cambio de sistema, cuando observan la inconformidad de la gente, que  cada día va creciendo más y más, a costa del desprestigio y los desaciertos de los gobiernos y más que todo del actual,  que no son de poca monta.

La oposición viene aprovechando todo error, toda medida impopular que adopte el Presidente Duque, para masificarla y conseguir adeptos, especialmente de los jóvenes que en los últimos años han sido más conscientes y han dejado a un lado su apatía para participar en la lucha contra la corrupción, la desigualdad e inequidad que se vive en el país . Desde el 2019 se han tomado las calles con sus reivindicaciones, en compañía de   docentes, clase trabajadora, indígenas y movimiento sociales, y solo han obtenido una fuerte represión nunca antes vista en Colombia.

Es preciso tomar conciencia de que el tiempo se está agotando para el actual sistema y para los partidos políticos poder revertir el descontento y la agitación política, social y económica.

Hoy el territorio nacional vive una conmoción social que si no es atendida oportunamente mediante el diálogo, traerá consecuencias imprevisibles.

Los movimientos sociales, se escuchan, se atienden y conjuntamente se pueden buscar soluciones a la actual problemática; pero infortunadamente, Duque, actúa como todo un Zurumbo, con los oídos tapados ante los reclamos de la comunidad que le solicita que le apueste a la paz y no a la guerra; que pare las masacres, los asesinatos de  líderes sociales y de los desmovilizados; que neutralice el despojo a los campesinos de sus tierras; que proteja el medio ambiente y  que no desinstitucionalice  más  al país.

El pueblo está despertando del letargo y del opio que le han dado durante muchísimos años la clase política, que con simples migajas para saciar su hambre momentáneamente, seducen a  los más pobres para que voten por ellos y una vez acceden al poder, se ponen de inmediato al servicio de los más poderosos o de sus propios intereses. No podemos olvidar la frase de un político asesinado por la mafia cuando decía: “Los que compran votos, atropellan la libertad política y generan violencia”.

A nuestros partidos y movimientos políticos les falta grandeza, se han convertido en pequeñas microempresas que solo se dedican a buscar canonjías, olvidando que ellos representan el interés  general y no el de unos pocos;  razón le asistía a Luis Carlos Galán cuando afirmaba:” Colombia está dominada por una oligarquía política…que convirtió la administración del Estado en un botín que  se reparte a pedazos”.

El país requiere con un urgencia una reforma política que no sea meramente burocrática, ni clientelistas,  sino profunda; que busque dignificar y hacer más fuerte a los partidos o movimientos políticos, para que se funden en ideas y en programas que interpreten la realidad nacional y fortalezcan la democracia; que dejen de  ser simples microempresas familiares o casas de grupos empresariales, que desde la sombra, con su poder económico, buscan perpetuar su propio brazo político, 

El pueblo está cansado, quiere un cambio del sistema, mientras la clase política se engolosina en polarizar más a la nación, a generar miedos y a estigmatizar al que piensa diferente. Es tal la convulsión y los nervios, que acuden a toda clase de trampas, perspicacias, amenazas, bloqueos, ridiculizaciones, persecuciones, interceptaciones y, hasta seguimientos a sus contrarios.

Hoy la crispación es general a causa de los que hemos vivido y venimos padeciendo desde hace años. Las promesas, las mentiras y la corrupción le han hecho un grave daño a nuestra democracia. Estamos ad portas de que Colombia inicie otra época histórica, no sé si para bien o para mal, para lo cual debemos estar preparados.  Me atrevo avizorar sin ningún esfuerzo, que si mañana fueran las elecciones, otro gallo cantaría en el gallinero.        

    

1 Comentario

  1. El gobierno lo que necesita es el apoyo de todos. Mal hacemos en seguirle el juego a la izquierda diciendo que todo lo de #DUQUE está mal. Mal estuvo lo que hizo #Santos traicionando el legado de #Uribe y polarizando el país. Mal está la justicia politizada y que sin vergüenza alguna ha acomodado fallos estilo sastre al gusto de #Petro #Cepeda y #Farc. Tienen maniatado al gobierno para la toma de decisiones trascendentales como la aspersión aérea para los cultivos de coca, para resolver el problema de Avianca, etc. Horroroso la muerte de tantos jóvenes, campesino e indígenas, producto de criminales al servicio del narcotráfico y de disidencias de la Farc y también del ELN. La paz mal hecha, con trampas y violando las mayorías inconformes dieron este resultado. Lo que necesita Colombia es un #AcuderdoSobreLoFundamental tal como lo proponía Álvaro Góz Hurtado. Falta poco para que se conozca la verdad sobre los asesinos que frustraron el desarrollo de las ideas de un gran líder para ir montando poco a poco el desastre que tenemos hoy. Los peores presidentes de la historia #Samper #Gaviria y #Santos menos mal que ya podemos decirlo sin temor a equivocarnos porque los hechos son tozudos.

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