Por: Balmore González Mira

En el mundo como en Colombia existen buenos, regulares y malos empresarios; los primeros son más, los segundos menos y eso por razones de falta de preparación, apertura al cambio y decisiones incorrectas o inoportunas, porque nadie quiere fracasar en sus negocios. Los malos son pocos, por razones de ignorancia y malas intenciones o malformaciones  de todo tipo.

Pero me referiré a los buenos y excelentes empresarios que tiene este país y que son en su mayoría los que se han hecho a pulso, con tesón y gallardía y que a pesar de los embates históricos que han arremetido contra ellos ahí están siempre, haciendo país, creciendo sus empresas, generando empleo, modernizando sus modelos de producción, cumpliendo con la ley, pagando impuestos, gestando patria.

Un análisis simple nos lleva a la conclusión que un país es grande, fuerte, poderoso, pacífico, y tiene cimientos democráticos, si existe una libre empresa consolidada y se permite la sana competencia económica, dónde las reglas sean claras desde el punto vista legal, para que la inversión, tanto nacional como extranjera, tengan confianza y pueda generarse crecimiento permanente a través de una seguridad jurídica que soporte la tranquilidad de los mercados internos y foráneos.

Conozco a muchos empresarios que aparte de generar muchísimos empleos, le dan a sus empleados calidad de vida, buen trato,  remuneración legal y hasta extralegal, el cumplimiento de todas y cada una de las garantías legales, primas, vacaciones, seguridad social y beneficios para que haya unas buenas relaciones; paseos extras y bonificaciones.  Además buscan que sus empresas cada día sean mejores a través de la calidad, la eficacia y la eficiencia, le añaden a esta el cumplimiento de las normas tributarias, ambientales y de calidad y salud en el trabajo. Algunos lectores dirán que lo descrito no es real, pero puedo asegurar que he conocido a muchas empresas y empresarios que todos los días se esmeran por cumplir con estos criterios.

A estos empresarios y sus empresas hay que respaldarlos y apoyarlos, pero también aplaudirlos y agradecerles, por qué son los que mueven el aparato productivo del país, son los que más empleo generan en toda la Nación y de paso generan el mayor ingreso de los hogares colombianos, sin dejar de decir que el mayor porcentaje del Producto Interno Bruto del país está sobre sus hombros. No entiendo cómo atacamos al empresario exitoso por el solo hecho de creer que lo es por los privilegios que tiene, cuántas veces desconocemos cómo muchos de ellos arriesgan su capital y soportan crisis y quiebras económicas de las cuales no podemos alegrarnos. Debemos recordar que una empresa que se cierre, quiebre o salga del mercado, son familias sin con que poder mercar; y toda empresa que se cree, crezca y le vaya bien, son muchas familias solucionando su problema de necesidades básicas, alimentación, vivienda, salud, educación, servicios públicos y con ello la mejora diaria en su calidad de vida. Los empresarios buenos sí existen y a ellos nuestro apoyo y gratitud permanentes.

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