Las relaciones entre docentes no cabe duda de que se trata de una faceta de crucial importancia para la comprensión de la vida de las instituciones educativas.

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Para empezar, es necesario que los educadores construyan una comunidad educativa, posible únicamente sobre la base del respeto, la confianza y aun el afecto mutuo.  En las instituciones educativas de todos los niveles ha de haber una estructura docente relacional que se traduzca en sentimiento de pertenencia a un equipo y a un proyecto educativo compartido.  Hay que evitar, eso sí, caer en corporativismo y en individualismo, desviaciones del que -hacer docente- que se dan con cierta frecuencia.

Se comprueba, por otra parte, que en un buen número de instituciones educativas de todos los niveles hay tensión y rivalidad entre los docentes.  Estas deterioradas relaciones se traducen en un pésimo ambiente educativo que no favorece en absoluto la tarea profunda y humana de educar, e incrementa el malestar de los propios docentes, hasta desembocar incluso en enfermedades de graves consecuencias.  A veces se producen alianzas mal entendidas reforzadas no tanto por el aprecio que se tienen los integrantes de las mismas cuanto por lo que les separa de terceros.  El término “mobbing”, por ejemplo, designa el creciente hostigamiento psicológico en las organizaciones laborales, incluidas las educativas.  La persecución al compañero, jefe o subordinado puede adquirir tal cariz que con razón se habla de “terrorismo laboral”. 

El centro de trabajo se convierte así en un infierno para la persona que lo sufre.  Esta situación nada tiene que ver con los roces o conflictos inherentes a las relaciones humanas en contextos escolares; se trata, por el contrario, de un proceso hostil de suma gravedad desencadenado frecuentemente por la envidia o los celos profesionales y encaminados a perjudicar y aun a destruir a un excelente trabajador de la cultura y la educación.

Es cierto que hay instituciones educativas modélicas donde lo que predomina es la armonía y el respeto entre los educadores, pero no es raro encontrarse con instituciones donde hay numerosos problemas de relación interpersonal.  Para mí, tengo que entre las variables que mejor explican la discomunicación docente hay que citar: el conflicto de poder, la inmadurez, la formación profesional insuficiente, la sobrecarga de tareas, y lo peor, la politiquería partidista, etc.  Estos factores a menudo operan entrelazadamente, lo que hace muy difícil identificar el origen de las malas o pésimas relaciones.  Con carácter general, propongo algunas vías que pueden favorecer las buenas relaciones entre educadores:

  • Voluntad de entendimiento. Si no hay disposición para la comprensión del otro y los otros, difícilmente se puede llegar a la relación personal.  Todo educador debe adoptar una actitud abierta, acogedora y empática hacia los demás miembros de la institución educativa.
  • El término se toma del latín respectus = consideración, atención.  Equivale a mirar al otro y los otros con deferencia, esto es, moderada y cortésmente.  El respeto constituye una ley fundamental de toda interacción y su quebranto atenta contra la convivencia.
  • Modificación del papel del líder-inspirador. No se trata de imponer las tareas que han de realizarse sino de buscar la asunción responsable y voluntaria de las mismas.  El líder: “director, coordinador, decano…” ha de ser sobre todo un facilitador, un dinamizador hospitalario de verdadero talante democrático.
  • Búsqueda de la participación. Hay que favorecer el diálogo para que los educadores tomen consciencia de que deben involucrarse en las cuestiones educativas demandadas por el Proyecto Educativo Institucional en cada uno de sus componentes básicos.

Bien se advierte que las relaciones personales entre educadores son necesarias para el éxito de la institución educativa y para que cada uno de sus miembros crezcan integralmente.  No hay posibilidad de desarrollar un proyecto formativo sólido si los conflictos constituyen la nota dominante de la vida académica y administrativa, al interior de las instituciones en mención.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                                          Medellín, julio 23 de 2022