POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS   

El desarrollo del mundo interno es una necesidad prioritaria destinada a combatir la ausencia de la verdad en la política y en la sociedad, uno de los factores determinantes en la crisis de valores de nuestra época crucial.  Conociendo el propósito real de la existencia y las leyes que nos regulan, es posible contribuir a la formación de un proyecto de nación más veraz, humano, justo y sabio.

Una de las cosas más obvias con respecto a una persona cualquiera es la insistencia en que se miente a sí misma en relación a determinadas variables políticas y sociales, que ponen en peligro la autoestima de sus protagonistas en dichos escenarios.  El pretender justificar los propios errores, fallas y defectos, constituye una costumbre seguramente tan antigua como la humanidad misma.  Sin embargo, son muy pocos los políticos y líderes sociales los que advierten o reconocen que se están auto-engañando y el tremendo daño que se ocasionan con esta conducta y las nefastas consecuencias para el pueblo colombiano. 

No se percatan de que, a fuerza de eludir la propia responsabilidad, llegan a creer honradamente que la culpa de sus infortunios reside en las circunstancias sociales, políticas, la familia, la casualidad, “mala suerte”, o una persona determinada o grupo político opositor.  Desde el momento en que aceptan su propia mentira y no hay nadie que pueda desmentirlos, sellan la inexorabilidad de su destino, formando pautas de comportamiento que originarán una “mala suerte” más efectiva que si los persiguiera el mismo demonio.  Si en un comienzo creyéramos en la explicación que alguna persona nos diese para justificar sus fracasos o conductas inadecuadas, descubriríamos pronto que las raíces de su infortunio, financiero, social, político o amoroso, residen en la aceptación de situaciones fantasiosas y en un pertinaz rechazo de la realidad y la verdad.

El punto más importante y significativo es el hecho que estas personas no se percatan ni remotamente de lo que les ocurre, aunque sus problemas inconscientes puedan ser evidentes para toda la sociedad y escenarios en donde actúan.  No solamente debemos comprobar las condiciones del fracaso de estos individuos, en este caso a causa del autoengaño, sino principalmente de discernir la omnipresencia del factor político y social hipnótico en acción.

Resulta también de extraordinario interés el comprobar cómo las personas protagonistas de la política y el liderazgo social mienten constantemente en relación a sí mismas, relatando toda clase de historias falsas, que de tanto repetirlas han llegado a adquirir visos de realidad.  Se mantiene también en virtud de un deseo inconsciente de manejar o controlar a otras personas afirmando cosas que llevan un mensaje encubierto o exagerando cosas ciertas de tal manera que se convierten en falsas.

Generar desconfianza y falta de credibilidad en los ambientes políticos y sociales, realmente es nefasto para quienes están motivados a ganarse la voluntad del pueblo con aspiraciones al poder.  El engaño, las mentiras se han constituido en las columnas básicas de la implosión social que hemos venido padeciendo, lideradas por hombres y mujeres del mundo político y social, acompañados de un propósito fundamental: Destruir la paz, la convivencia, la sociedad y la institucionalidad que con tanto esfuerzo, trabajo, disciplina y convicción el pueblo ha venido construyendo.

Es el momento de sinergizar: pensamiento, palabra y acción en defensa de la patria; plantear estrategias analíticas, económicas, financieras, sociales, políticas, educativas, entre otras, para enfrentar la perversidad, el vandalismo, la criminalidad y el terrorismo que con fuerza, maledicencia y extravagancia vienen generando los malos hijos de Colombia.  Debemos convocarnos a poner en práctica la maestría interna y la rectitud externa que nos permita permanecer en defensa de la dignidad de la patria y, actuar como ciudadanos íntegros dispuestos a luchar y a defender al pueblo colombiano.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                             Medellín, julio 3 de 2021