Por: Balmore González Mira

Dicen que lo más fácil que puede inspirar a alguien a escribir es lo que conoce y lo que ama; lo que conoce porque describe fácil y ágilmente todos sus elementos y lo que ama, porque ello es el motivo de la inspiración. En este mes de las madres quiero exaltarlas a ellas, a las que después de la felicidad del nacimiento de sus hijos, lo han sido realmente, los han amado, cuidado y educado. A las verdaderas Madres.

No puedo abstraerme de exaltar a mi Madre, que como la tuya o la mía, como ésta o aquella es una luz de sabiduría, está repleta de enseñanzas, de historias, de anécdotas, de comprensión, de sabios consejos,  de cariñosa cantaleta, de querer tener el control; pero sobre todo de un inconmensurable amor por sus hijos, del deseo de protegerlos hasta con su  propia vida. Así es mi madre y así  la tengo y así la recuerdo y la recordaré siempre.

Hoy veo el rostro de mi madre que sufre, hoy veo los rostros de las madres que sufren por sus seres más queridos, sus hijos. Cuando un hijo muere, guerrillero o soldado, marchante o policía, blanco o negro, hombre o mujer,  siempre hay una madre que llora su deceso. Siempre habrá una madre que jamás quiere enterrar a su hijo.

Hoy son muchos más  millones de madres que lloran por ver a sus hijos enfermos de covid-19, hoy son incontables las madres que sufren por pensar que sus hijos en marchas y aglomeraciones serán contagiados de Covid. Un buen homenaje a nuestras madres es cuidarnos permanentemente, es ayudar un poco a que ellas estén más tranquilas al saber que sus hijos no están en tanta exposición al contagio.

En el mes de las Madres, aunque es válido decir que el día de las madres son todos, hagámosle un homenaje de respeto, de comprensión, de amor; devolvamos un poco de lo que ellas nos han entregado, pues así no haya gratitud, mínimamente reciprocidad por lo que nos han entregado toda la vida. A quienes no tienen la fortuna de tener a sus madres vivas o cerca,  honren su memoria con los mejores recuerdos, invoquen una oración por quién les dio la vida, pero en fin, todos tenemos una Madre a quien exaltar.

Por mi Madre y por todas las verdaderas Madres, vale la pena celebrar. ¡Salud!

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