Por: Luis Fernando Pérez Rojas

 Un buen directivo sabe que hay que ganar amigos sin familiaridades innecesarias y comprometedoras: Con lealtad, verdad y franqueza.

Cuando ejercía la docencia, oía hablar de la soledad en los directivos.  Yo no entendía bien a que se refería esta soledad: Precisamente, por la figura que representa, en pocas ocasiones se les ve solos.  En las fiestas y reuniones de padres o de profesores, muchos desean estrechar su mano, se interesan por los acontecimientos importantes de su familia o propios, las novedades de la institución educativa… Se considera un bien tener a las directivas cerca de uno mismo; poder satisfacerle en algo, proporciona una grata obligación.

Pasados unos años, más tarde, cuando pasé a ocupar estos cargos como directivo, comprobé que gran parte de las distinciones, complacencias, favores y felicitaciones, eran de conveniencia, pues hay personas que, por lo que sea, siempre se las ve cerca de los que están en la Alta Dirección.  Tal vez se sienten más seguras, o creen que van a poder contar, cuando convenga, con favores estrictamente particulares.  ¡No se sabe nunca!  Otros, de consolidado espíritu cívico, se acercan a las directivas, sea quien sea el que ejerza esta función, siempre dispuestos a lo que le convenga.  Son, por lo general, agentes externos que hacen buen ambiente, son útiles y paran los golpes de las incomprensiones.  Pero el Rector y las demás Directivas, saben que no son suyos como lo son los verdaderos amigos.  De quien realmente son amigos es de los intereses en la institución, y eso, la Alta Dirección no debe olvidarlo.

Cuando dejas de ser directivo te das cuenta de que, ¡amigos, amigos!, bien pocos.  Sólo aquellos con quienes has compartido dificultades y, por encima de todo, no te han dejado solo, aquellos que te han informado con franqueza de lo que no iba demasiado bien, y con quienes has podido contar para aplicar alguna solución, es decir, aquellos que han trascendido la figura del directivo y han encontrado a la persona, tu persona, son los amigos que conviene conservar.

Pero, cuando, realmente, puedes sentir la soledad del directivo, es cuando se remueven las aguas del ambiente institucional, y sientes que el timón, si bien sigue en tus manos, no obedece con facilidad la orientación que crees debe dársele.  Cuando sabes que lo más prudente es que vuelva la calma, y no hay otra manera mejor que dejar pasar un tiempo, y la espera te sabe a inacabable.

Más en concreto, se trata de circunstancias del tipo de: Revueltas de miembros de la comunidad educativa, influidos por informaciones tendenciosas e interesadas; apercibimiento a un docente de quien sabes, a priori, que no te aceptará la más mínima insinuación de cambio de actitud o de maneras de decir o de hacer; despido de personal; la espera de aquella comisión de estudiantes, docentes y sindicatos que no lleva buena música; la extrapolación de aquella estadística de alumnos, que si no cambian la tendencia, acabará con tus clientes.  ¡En estas circunstancias sí que estás bien solo!

A tu lado todos opinan; las soluciones son, bajo su punto de vista, bien fáciles; si no te decides eres débil, estás cansado, tal vez acabado; tu antecesor en el cargo sí que sabía bien lo que tenía que hacer… pero tú sabes que ninguna solución es la mejor, que, si unos quedan contentos, otros, no; que el equilibrio, que tanto cuesta mantener, se romperá por algún lado… Y solo tú en tu conciencia vives el conflicto y estás solo.  Sientes la soledad de quien manda responsablemente, del que quiere hacer bien a todos, y estos todos miran por ellos mismos.

Y ante estas circunstancias, ¿qué hacer? Sentirte fuerte en tus principios y sereno en tu honradez profesional.  Comprometido por la triangulación formada por la coherencia con el ideario o Proyecto Educativo Institucional, la actitud de auténtico servicio y, por qué no la voluntad de hacerte estimar y respetar por todos.  El hombre o la mujer como directivos, de fe recia encuentra en ella la seguridad personal y la humildad para abrirse a otras soluciones, si, objetivamente, se ven como mejores.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                                Medellín, abril 17 de 2021