La poética incansable de Omar Castillo

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Por Iván de J. Guzmán López

Acabo de leer Cicatrices en el habla, del poeta Omar Castillo. Es su sexto libro de poemas, entre una amplia producción de relatos, novelas y ensayos, que nos deja ver en su dimensión especial a un poeta maduro que habita la calle, el mar, el viento, el devenir y, claro está, la realidad en su verismo y magia.

El libro, bellamente editado en los talleres de Todograficas Ltda., octubre de 2024, está compuesto por un inicial ensayo aleccionador del autor, que advierte sobre el papel del poeta hoy en día, qué significa llegar a un poema y la tarea de la poesía en cuanto “moviliza las palabras que producen los continuos súbitos de lo creado, asombrando la realidad”. Le siguen 40 poemas que, revelando la esencia del poeta, conforman un cuerpo esbelto donde (como dice el poema 26, bautizado con el nombre de Poética) “los versos que se ven son la trama de palabras, / De ritmos, de imágenes encabalgándose / En metáforas cuyo decir se encuentra y se pierde, / Se escribe y se borra en el palimpsesto memorioso / Donde cunde lo humano”.

Los poemas citados, llenos de vitalidad, como los astros de una constelación frondosa, son hijos del mismo poeta que persigue (hace ya 66 años, con mucho de prehistoria y otro tanto de futuro), un poema general, nutrido a cada día, a cada paso, a cada lágrima, a cada risa, con poemas mínimos, de una cuartilla provocadora, para alimentar el poema vital de un poeta con espacio propio en la literatura colombiana, como lo es Castillo.

Es sabido que, con cada poema, el poeta nace y muere, en una dialéctica vital que los mantiene en pie. Estos 40 poemas, agregados a sus cinco antiguos poemarios, ya dan cuenta de la existencia de Omar Castillo, aunque usted, amigo lector, no lo conozca y aunque el poeta, aun, no haya muerto. Él mismo lo asegura, al elogiar a León Pizano, en su poema del mismo nombre:

“Al enterarme de tu muerte

Comprendí que apenas sabía de ti por tu nombre

Ese que pronuncio cuando vuelvo

Sobre tus breves poemas

De tu existencia

Lo cierto para mí ha sido

A través de la escritura

Qué sucede en el nítido decir de tus versos”. (…).

Placer estético, temor, efluvio, interrogante, es lo que provocan las palabras que nutren los versos del poeta, en los cuales viven y conviven a gusto las palabras, el habla, los pasos, las miradas, los temores, o elementos sugerentes como el eco, el viento, el susurro, el agua, el corazón, la calle.

Omar Castillo se nutre de calle, de ciudad, de soledades cimentadas en el frío adoquín, donde crece y muere la vida. Escenario multifacético y rico en simbolismos; de donde se alimenta el poeta es de la calle. Espejo donde el asombro hace tiritar al poeta es la calle; la calle con sus vericuetos, dulces, unos; mortales, otros. Reflejo de la realidad tangible, en maridaje pleno con las profundidades de la experiencia humana:

“Suenan sirenas de ambulancias

En esta mañana

Que se define

En la piel del aire

En el agua de las sombras reflejadas en el asfalto

De las perplejas vías”. (…).

“Cicatrices en el habla” y en el alma, es la poética vital de Castillo, que ya sabe que su ejercicio único, de vida, es agregar al poema que jamás se cierra mientras la vida siga, como un compromiso insoslayable su oficio de vivir y de poeta:

“El viento merma y las hojas guardan su brillo

Sobre el camino de piedras pulidas por el sol

¿Pedir lo imposible conociendo lo posible?

¿Guardar silencio ante el aullido?

Las redes de la infancia han encontrado los ojos

Que auscultan el amanecer de otro día

Mientras en la estufa hierven las cabezas de ajo

En la leche para tomar en ayunas”.

Bienvenido al mundo el poemario Cicatrices en el habla, del poeta antioqueño Omar Castillo. Sin duda, se presenta decentemente vestido ante el escenario del mundo (como diría Bécquer), y, digo yo, con la fuerza, las palabras suficientes y las coquetas metáforas que hacen dulce el dolor, la vida y hasta la muerte misma.