Ellas son fundamentales para afrontar y liderar con éxito los grandes y difíciles desafíos que hoy amenazan a nuestra sociedad”.

Autor. Héctor Jaime Guerra León*

Hablar de las mujeres nos llena de mucha alegría y nos anima a reconocer, ahora que celebramos su día clásico, cuánto han significado no sólo para nosotros los hombres, sino para la sociedad y para la humanidad misma, conquistado progresivamente derechos y garantías que se les habían negado, dignificando y generando unidad y confianza no solamente al interior de su género, sino también para todas las naciones del mundo.

Desde la antigüedad, donde eran básicamente utilizadas- esclavizadas para las labores de maternidad, crianza y cuidado de los hijos y demás actividades domésticas, así no se les reconociera, inmensa significación han tenido, papel fundamental ha sido el que han protagonizado para el devenir histórico de todo lo acontecido al ser humano generación tras generación. Ellas han participado como artífices o coadyuvantes de las más importantes y ejemplares acciones en favor del progreso y la superación de los difíciles momentos y obstáculos que han vivido y los graves problemas que en distintas épocas ha tenido la sociedad a lo largo de toda la historia.

Como progenitoras de la humanidad, en su insustituible y trascendental tarea han dado muestras de la gran bondad e inigualable sentido de pertenencia, nobleza, dedicación y esmero por todo lo que asumen, siendo esas apenas algunas de las grandes cualidades y capacidades que les caracteriza en el ejercicio de su inquebrantable compromiso con lo que hacen, ya sea en la familia, en el trabajo, en el estudio, etc.

Cada día que trascurre, el rol de la mujer se va haciendo más indispensable para la cabal ejecución de lo realmente importante en el entorno social donde se desenvuelven. Ellas son imprescindibles y deben hacer parte de todos aquellos procesos que –en familia, política, economía o socialmente se llevan a cabo en la actualidad y hacia el futuro si realmente se quiere que los mismos sean prósperos y exitosos.

La presencia de la mujer, su aporte, participación y/o colaboración para el logro de lo bueno y productivo que le acontece a todos los seres humanos, para seguir avanzando en las grandes metas, propósitos y progresos que se han fijado la sociedad y el Estado a lo largo de la historia y las futuras generaciones, es sencillamente innegable. Sin Ellas, los grandes avances y progresos institucionales, políticos, culturales y económicos que la sociedad, humanidad y Estado han logrado, hubiesen sido imposibles. Ellas son ejemplo de humildad, laboriosidad, dedicación, respeto, amor, dignidad, pulcritud y de todos aquellos otros valores y principios que son necesarios en las grandes conquistas que la humanidad ha logrado superar a lo largo de su existencia.

Es irónico y ciertamente vergonzoso que a pesar de sus luchas, conquistas e innegables merecimientos, nuestra sociedad –por siglos marcadamente machista- se haya dado históricamente a la tarea de excluir injustamente a las mujeres de ciertos procesos y escenarios sociales, políticos, económicos culturales, religiosos etc., impidiéndoles ejercer con libertad sus naturales y sobresalientes cualidades, capacidades y virtudes. Muchos han sido los esfuerzos y trabajos que han tenido que emprender para poder disfrutar de las realizaciones y metas alcanzadas y que -sin querer- el mundo entero les ha tenido que reconocer; pero aún falta mucho para que puedan ocupar el sitial de privilegio y de grandeza que esta gran población merece. Nada se les ha dado, lo que son hoy y la importancia que incuestionablemente han podido recuperar en la sociedad, no ha sido pacífica, han sido muchos los esfuerzos y sacrificios que han tenido que realizarse para salir –como en efecto han hecho- de la esclavitud, humillación, ostracismo y crueles vejámenes a los que hasta hace apenas algunas décadas estuvieron sometidas. Aun subsisten en su contra muchos de esos atropellos y vulneraciones.

Leila Sant, en una interesante reflexión sobre la jerarquía de su género en la sociedad, dijo de manera proverbial “Es difícil subrayar tanto como merece la importancia que tiene la incorporación de la mujer a todas  las esferas sociales para avanzar hacia una sociedad donde las relaciones humanas estén caracterizadas por la cooperación, la reciprocidad y el apoyo mutuo. La esfera de la gobernanza es quizá uno de los ámbitos más importantes donde este fenómeno habría de darse para lograr un progreso significativo”.

Hoy –como nunca antes- necesitamos tener en cuenta a las mujeres, pues está probado que son muy cooperativas, solidarias y exitosas en las misiones que comprometen su atención; atienden con gran carácter y decisión los asuntos a su cargo y saben salir sabiamente de las adversidades y dificultades que las acosan; son creativas, emprendedoras y comprensivas, han aprendido y enseñan generosamente a trabajar en equipo. Ellas son fundamentales para afrontar y liderar con éxito los grandes y difíciles desafíos que hoy amenazan a nuestra sociedad.

 

*Abogado Defensoría del Pueblo Regional Antioquia.; Especialista en Planeación de la Participación Comunitaria; en Derecho Constitucional y Normatividad Penal. Magíster en