“El hombre justo no es aquel que no comete ninguna injusticia, si no el que pudiendo ser injusto no quiere serlo” Menandro de Atenas.

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Si entendemos a la justicia como dar a cada quien lo que merece, en Colombia, vemos que este concepto, hoy, no se cumple en la mayoría de sus ámbitos.  Es claro cómo en la sociedad actual, la idea principal en el actuar de las personas es tener éxito, pero no a base de los esfuerzos propios y cooperar con los demás para llegar a un fin, si no que la preferencia general es triunfar con el menor esfuerzo posible y realizando cualquier acción así esté fuera de la ley.

Estos patrones de comportamiento los vemos todos los días en las noticias, por nombrar algunos están los hechos de corrupción, y no solo los que nombran al gobierno de turno o a la clase política, también lo vemos en cosas tan habituales como en el colegio, la universidad, donde el alumno busca pasar la materia ya sea a espaldas de un compañero o del educador y no por méritos propios.  Lo mismo ocurre en las empresas, donde los trabajadores buscan un ascenso de puesto o mejores salarios, y no lo buscan como fruto de su trabajo o conocimientos, por el contrario, buscan estos favores haciendo quedar mal a los compañeros, o por favores solicitados por un tercero que tiene un poder político.

Otro tema de extrema importancia que concierne a la justicia es la violencia.  Estamos habituados a presenciar hechos violentos de muchas maneras, sea física, verbal o psicológica, e incluso a lo largo de nuestras vidas, hemos sido objeto de algún tipo de violencia.  Lo preocupante de esto no es que ocurra, porque la violencia está en nuestras sociedades desde el inicio de las civilizaciones, el problema es que nuestro sistema judicial ha perdido credibilidad y la percepción de la mayoría es que no es justo.  Casos como el de personas que roban recursos públicos y no son condenados por estos ilícitos, o si son encontrados culpables, las penas son muy bajas en comparación con otros casos.

Todo esto crea un ambiente turbio alrededor de la administración de la justicia y que las personas desconfíen de ella.  Muchas veces escuchamos comentarios de personas que fueron víctimas de hechos violentos o ilícitos, que dicen no informar lo sucedido a las autoridades, porque ellas no hacen nada, y el hecho queda sin penalidad.  Como tema importante, está el suceso que muchas personas tienen, y es que confunden la justicia, con venganza.  Como el cuento que anteriormente mencionamos de la falta de confianza y credibilidad en la justicia, las personas tienen la creencia que quien nos ofendió y realizó algo en contra de nosotros, debe sufrir en castigo igual o peor a la ofensa realizada, y esto en realidad no soluciona nada, al contrario, genera más odio, y no logramos unos de los propósitos de la justicia, que es la finalización, en buenos términos del conflicto.

Como gran ejemplo, podemos observar el proceso de paz con las FARC, donde los colombianos estamos divididos acerca de cómo se han llevado a cabo, y la parte más debatida, ha sido la de las penas para los integrantes de las FARC.  Un grupo de personas creen que los guerrilleros deben pagar con cárcel y penas altas los ilícitos que cometieron.  Otros piensan que está bien las penas bajas y en ocasiones especiales, que no haya pena alguna, con el fin de que dejen las armas, reparen las víctimas y aseguren que no repetirán los mismos actos delictivos.  En el caso de los primeros, se ven que algunos están motivados por la sed de venganza, que los guerrilleros sufran alguna penalidad fuerte o que se disuelva el proceso de paz y sean vencidos por la vía militar.

Sabemos que: Para solucionar esta problemática, es necesario realizar cambios drásticos en el sistema penal, pero aún más importantes, son los cambios que cada persona debe hacer en su modo de pensar y de actuar.  No podemos seguir actuando en contra de la ley, por el solo hecho de que otras personas lo han hecho y no han sido penalizados.  El hacer lo correcto a pesar de las circunstancias, debe ser nuestra manera de pensar, actuar y de vivir, así lograremos que, poco a poco la sociedad cambie y se vuelva más justa.  La realidad es que los pueblos a quienes no se les hace justicia se la toman por sí mismos más pronto o más tarde, como está sucediendo hoy, en nuestra amada Colombia.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                            Medellín, octubre 30 de 2022