Los verdaderos directivos y maestros antioqueños nos han dejado el legado de ser profundos de espiritualidad y sutiles en el conocimiento.  Su sabiduría ha sido siempre insondable.

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

La grandeza de los verdaderos directivos y maestros del siglo XXI, son profundos de espiritualidad y sutiles en el conocimiento.  Su sabiduría es insondable.  No hay otra manera de describirla; solo podemos descubrir su aspecto externo, su trato amable y su acendrada sencillez, por todos los rincones del departamento de Antioquia.  Siempre son cuidadosos en su actuar como el que atraviesa un profundo rio de agua helada.  Están siempre atentos a las amenazas y debilidades como un guerrero en territorio enemigo, pero siempre con sensatez, mesura, lógica y prudencia.

Puedo dar fe, que tienen paciencia para esperar a que se asiente el lodo y se aclare el agua en la comunidad educativa donde actúan.  Pueden quedarse inmóviles hasta que surja por sí mismo el acto correcto para tomar decisiones.  Los verdaderos directivos y maestros antioqueños de nuestra época, no buscan la realización de su labor, sin buscar, sin esperar, sin esforzarse y sin comprometerse con la Misión y Visión institucional antioqueña; están presentes, justo a tiempo, y pueden dar la bienvenida a todas las ideas, cosas y personas que buscan darle un poder transformador e innovador al Proyecto Educativo Institucional de calidad.

De todas las palabras que se han escrito sobre el modo de obrar y de ser de un directivo-líder y de un maestro-sabio, éstas son las más sencillas de todas y las más pertinentes y mesuradas a la vez para hacerles un reconocimiento justo.  Puede ser difícil realizarlas plenamente, pero todos podemos empezar a llevarlas a la práctica.  Muchos directivos-docentes o rectores se pueden considerar a sí mismos cuidadosos y atentos en el sentido en que siempre están vigilando a sus educadores para asegurarse de que éstos no hacen nada mal, o de que siempre se están protegiendo a sí mismos de las posibles censuras.

Las imágenes del rio helado y del territorio enemigo no se refieren a las amenazas que pueden afectar a la categoría del directivo o a su autoridad.  Aluden, más bien, a una atención y a una sensibilidad que fomentan el estado de atención completa a todo y a todos los que le rodean, y, en especial, de atención al momento adecuado para actuar.  Es fácil decir que el directivo-líder y maestro-sabio es cuidadoso, atento, amable, flexible, coherente, honesto, idóneo, receptivo, prudente, empático, ético, justo, considerado y abierto de miras.  Es como recitar el código de conducta de los estudiantes y docentes.  Pero esos principios se pueden condensar en tener paciencia y sabiduría.

Los directivos-docentes que se sienten obligados a obrar con decisión, suelen actuar de manera precipitada en casos en que la conducta ideal puede ser no hacer nada.  Algunos hacen algo incorrecto; otros hacen algo correcto, pero que pierde valor por haberlo hecho en un momento incorrecto.  Así que me quedo sentado -piensa el maestro- esperando a que se manifiesten por sí mismos el acto correcto y el momento correcto, y entonces entra el rector y le dice al maestro: “no estás haciendo nada”… Perdone señor rector: debo decirle: “estoy esperando el momento correcto, jefe ¡”Sí, claro!”.

Puede dar miedo la idea de confiar en que los actos correctos se manifestarán por sí mismos si tenemos paciencia y si estamos dispuestos a reconocerlas.  La única manera de reconocer el acto correcto es despejar la mente del lodo de la ira, del miedo, de los juicios previos y de la ambición codiciosa; del lodo del egoísmo, del lodo del control por desconfianza.  Si un rector o maestro no es capaz de hacerlo, siempre le quedará la posibilidad de optar por el acto más rápido y más evidente, esperando que haya suerte y confiando en no equivocarse demasiadas veces.  Así lo hacen la mayoría de los directivos y maestros que son conscientes de la necesidad de aprender, desaprender y reaprender, con humildad en el deseo de superación constante y, muy consciente que, en la relación directivo, maestro y alumno nadie es más pequeño ni más grande que el otro.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                  Medellín, julio 7 de 2022