Somos la suma de nuestros actos, sostiene Aristóteles, y por ende todo depende de nuestros actos.  La virtud moral, se adquiere con la práctica, al igual que el dominio de cualquier arte o habilidad mecánica.  ¿Y cuál es el mejor modo de practicar? La respuesta se puede centrar en el concepto de “medianía”.  A mi juicio, la conducta moral correcta en cualquier situación dada se encuentra a medio camino entre los extremos de dos vicios.  Debemos practicar cómo llegar a la medianía determinando a cuál vicio tendemos y luego buscando conscientemente el otro extremo, hasta llegar al equilibrio.

POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

La virtud es pues de dos clases, intelectual y moral.  La virtud intelectual nace y se desarrolla con la enseñanza, y en consecuencia necesita experiencia y tiempo.  Las virtudes morales se desarrollan con el hábito, no las poseemos por naturaleza, ni a despecho de la naturaleza, y las desarrollamos en nuestro proyecto de vida por medio del hábito; adquirimos estas virtudes ejercitándolas al igual que ocurre con otras artes y oficios.  Aprendemos a hacer las cosas al hacerlas: Los hombres y mujeres aprenden el arte de construir, por ejemplo, construyendo, y a tocar el piano tocando el piano.  Así mismo, al realizar actos de justicia aprendemos a ser justos, al practicar la autodisciplina aprendemos a ser autodisciplinados, y al realizar actos de valentía aprendemos a ser valientes.

Nuestro modo de actuar en nuestras relaciones con los demás nos vuelve justos o injustos.  Nuestro modo de enfrentar situaciones peligrosas, ya sea acostumbrándonos a temer o a tener aplomo, nos vuelve valerosos o cobardes.  Lo propio ocurre con la lujuria y la cólera; algunas personas adquieren autodisciplina y paciencia por medio de su conducta en tales situaciones, mientras que otras se vuelven descontroladas y apasionadas.  En una palabra, pues, las actividades producen disposiciones similares.  En síntesis, los hábitos que formamos en el proyecto de vida desde la infancia no son cosa de poca monta, sino que todo depende de ellos.

La virtud moral es un punto medio entre dos vicios, uno de exceso y otro de carencia, y procura alcanzar la medianía tanto en los sentimientos como en los actos.  Por ende, es difícil ser bueno, pues sin duda es difícil hallar el justo medio en cada caso, así como es difícil hallar el centro de un círculo.  Es fácil encolerizarse o dilapidar el dinero, es algo que cualquiera puede hacer.  Pero actuar con propiedad hacia la persona apropiada, en la proporción apropiada, en el momento apropiado, por la razón apropiada, y de la manera apropiada, eso no es fácil, y no todos pueden hacerlo.

Por ende, quien busque el justo medio debe evitar ante todo aquel extremo que está más alejado del medio que el otro, pues uno de ambos extremos es siempre más errado que el otro.  Y como dar exactamente con el justo medio es dificultoso, uno debe optar por el mal menor, pues escoger el menor de dos males es lo más seguro.

También debemos tener en cuenta los errores a los cuales nos inclina nuestra propensión natural.  Varían en cada individuo, y descubriremos los nuestros por el placer o el dolor que nos causan.  Habiendo descubierto nuestros errores, debemos obligarnos a seguir la dirección opuesta.  Pues llegaremos al justo medio alejándonos de nuestros defectos, tal como si enderezáramos una madera curva.  Pero en todos los casos debemos precavernos contra lo que es placentero, y contra el placer mismo, pues no somos sus jueces imparciales.

Esto, pues, es manifiesto: En todas nuestras conductas, la medianía es el estado más loable.  Pero en la práctica debemos a veces apuntar hacia el exceso y a veces hacia la carencia, porque este será el modo más fácil de alcanzar la medianía, es decir lo correcto, para no extraviar el rumbo de nuestro proyecto de vida.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                     Medellín, abril 29 de 2023