Juzgar a los demás, sin elementos probatorios, es una actitud ruin, mediocre y repugnante.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

A menos que su visión sea constantemente la visión de la Divinidad en todas las cosas, usted no sólo no tiene derecho, sino que no tiene la capacidad de juzgar éticamente el estado en el cual están todos los otros.  Y pronunciar un juicio sobre alguien sin tener esta visión espontáneamente, sin esfuerzo, es precisamente un ejemplo de pretensión mental de la cual no siempre se habla con dignidad y responsabilidad en la política.  Sucede que aquel que tiene la visión, la consciencia, aquel que es capaz de ver la verdad en todas las cosas, nunca siente la necesidad de juzgar nada en absoluto.  Porque él o ella entiende todo y sabe todo.

Por lo tanto, de una vez por todas, ustedes deben decirse a sí mismos que en el momento en el que empiezan a juzgar cosas, personas, empresas, circunstancias, están en la ignorancia humana más total.  Resumiendo, uno puede ponerlo así: cuando uno entiende y comprende, ya no juzga y, cuando uno juzga sin elementos probatorios quiere decir que no sabe, convirtiéndose en un triste célebre mentiroso y patán, calumniador y difamador de la politiquería.

La gente de nobleza moral es incapaz de juzgar irresponsablemente.  La única verdadera actitud es de humildad, de respeto silencioso ante lo que uno no sabe, y de aspiración interna para salir de la propia ignorancia.  Una de las cosas que haría progresar más a los políticos en una sociedad democrática sería el respetar lo que no conocen y a quien no conocen, reconocer voluntariamente que no lo conoce y que por esto es incapaz de juzgar irresponsablemente.  A menudo nosotros, en campañas electorales hacemos exactamente lo opuesto, creyendo que es la mejor herramienta para conseguir votos.

Emitimos juicios finales sobre cosas y personas de las cuales no tenemos conocimiento alguno, y decimos de manera perentoria: “esto es posible”, cuando ni siquiera sabemos de qué o de quién estamos hablando.  Y nos damos aires de superioridad porque ponemos en duda muchas cosas, la dignidad de las personas y circunstancias sobre las cuales nunca hemos tenido ningún conocimiento para ponerlo a prueba.  Hay hombres y mujeres, en el escenario político, que creen que la duda es un signo de superioridad, mientras que es realmente un signo abyecto de inferioridad y evidente mediocridad.

El escepticismo y la duda son dos de los grandes obstáculos para progresar en la política; le añaden presunción a la ignorancia y son grandes generadores de violencia.  Un Senador de la República o Representante a la Cámara al igual que un Presidente, jamás se deben caracterizar por mentirosos, cínicos e inmorales capaces de poner en tela de juicio la dignidad humana con el único propósito de descalificar a sus adversarios por razones políticas, raza, credos, economía, cultura y demás características sociales o relaciones de poder.  Colombia merece gobernantes precedidos de la buena fe, virtuosos de la verdad, de la moral y la ética para trazar un nuevo horizonte a la institucionalidad y a la democracia.

¡Elegir a consciencia el Congreso de Colombia, es nuestro mayor compromiso

y respeto por la patria!

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                 Medellín, marzo 11 de 2022