Félix Alfázar González Mira

Con muy buen juicio el presidente Guillermo León Valencia en 1963 Instituyó el primer domingo de junio como el día del campesino en Colombia, cuando vivíamos fundamentalmente del cultivo y las exportaciones del café. El único bien agrícola  transable en los mercados internacionales era la rubiácea.

País rural, bucólico, en relativa paz y con coletazos menores de la denominada ” violencia” liberal-conservadora y la mayoría de su población viviendo en el campo patrio.

Las relaciones de producción en el sector agrario eran una mezcla de costumbres premodernas, de explotación con rasgos esclavistas en algunas zonas y desarrollo de fuerzas productivas capitalistas, como dirían los teóricos marxistas. Sobre esa telaraña de circunstancias se hizo riqueza en el campo y se desarrollaron sectores importantes dentro del área de la economía agrícola como, además del café, la caña de azúcar, el plátano, el banano, el arroz, el algodón, el maíz , el frijol, las hortalizas, las frutas, la ganadería de doble propósito y últimamente la especializada en leche y carne.

Vino la década de los años 90 donde empezaron a construirse los tratados de libre comercio y a impulsar ciertamente las exportaciones de productos diferentes al café y a importar aquellos en los que no fuéramos competitivos. Mejor comprar cebada y trigo a países eficientes en su producción y asignar esos recursos a la producción de bienes en los que si fuéramos competitivos. Más producción de café y banano donde somos más eficientes y  menos de algodón dónde éramos incompetentes.

El mundo está clamando crecientemente por la necesidad de producir alimentos saludables y en mayores cantidades para alimentar su población. Y en ese ajuste natural y del mercado de la división internacional de producción de bienes agrícolas; Colombia está siendo considerada con privilegio para producir aguacate Hass, cítricos como limón Tahití, cacao natural, piscicultura tropical , carne a base de forrajes verdes, frutas tropicales de corto y mediano período vegetativo.

Su ubicación en la esquina norte de América del Sur, con el Pacífico y Atlántico bañándola, tres cordilleras con valles interandinos, con recursos naturales adecuados; no requerimos sino de buenos gobiernos y buenas políticas públicas que pongan al servicio del bienestar de sus gentes todas estas ubérrimas condiciones con la que la naturaleza nos privilegió.

Occidente y Urabá en sus 30 municipios, con el millón de habitantes y con el concurso de sus gentes, con el apoyo de los gobiernos de los diferentes niveles, aprovechando sus recursos renovables y no renovables y por sobre todo, con su ubicación Geoeconómica; está llamada a convertirse rápidamente además de La Mejor Esquina de América en el Hong Kong latinoamericano.

Nos llaman esas tierras del Cauca, de los ríos Sucio, Urama, del río León, del Penderisco y Murri, del Mutatá y Guapá y por supuesto del Atrato, que crecen el Caribe el primero y engrandecen el golfo los otros para despachar al mundo desde el Pisisí y Puerto Antioquia todo lo producido y transformado en nuestra región llena de oportunidades para sus hijos y quienes la quieren.

El mejor día y mes del campesino serán todos si atendemos el llamado angustioso que permanentemente nos hacen estas tierras llamadas a redimir el territorio y sus gentes.

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