Por Iván de J. Guzmán López

A 202 años de aquel 12 de febrero de 1820, tenemos presente en la memoria, y en el corazón de antioqueños y colombianos, la operación de Chorros Blancos, esa seguidilla de 4 combates, que se libraron en las dichosas tierras de lo que hoy es el querido, histórico y próspero municipio de Yarumal, al igual que de Angostura y Campamento. Las dimensiones de sus repercusiones para Antioquia, Colombia y la América Hispánica, si bien militarmente se trató de 4 combates, nos dice que lo que se libró allí, fue una gran batalla por la historia y por la libertad definitiva, y que por eso suele llamarse: la Batalla de Chorros Blancos.

Fue en el Alto de Boquerón, exactamente en el sitio de Chorros Blancos, donde las tropas realistas, al mando del Comandante General de la división de Antioquía en el Ejército Expedicionario de Pablo Morillo, Francisco Warleta Franco, cayeron ante la espada, el fuego alimentado de amor por Antioquia, y el ímpetu libertario de un joven militar, que para entonces, ya se sabía abanderado de nuestra libertad. En Chorros Blancos, el Teniente Coronel José María Córdova Muñoz, acompañado de un puñado de patriotas, enterró la intentona de la Corona Española, de una segunda y sangrienta conquista.

La carrera militar del general Córdova, fulgurante a todas luces, se puede glosar, así: el 12 de abril de 1814 (¡con tan sólo 15 años!), ingresó al Ejercito como Cadete de la Escuela de Ingenieros Militares de la Provincia de Antioquia; se graduó de Subteniente, el 5 de julio de 1815; de Teniente, el 15 de agosto de 1816; como Capitán, el 4 de noviembre de 1817; Teniente Coronel, el 14 de febrero de 1819; Coronel, el 21 de julio de 1821; General de Brigada, el 3 de enero de 1823; y General de División, el 12 de enero de 1825. Su presencia fue fundamental en las Campañas del Cauca, en 1815; Cundinamarca, en 1816; la Nueva Granada, de 1817 a 1819; la Costa Atlántica y Sabana de Bolívar; del Ecuador y de Pasto; en la Nueva Campaña sobre el Cauca, Patía y Pasto, en 1820; Alto y bajo Perú; del Cauca y Antioquia, en 1829.

En general, se sabe que participó de forma valerosa y definitiva en más de 40 batallas, entre ellas, una operación que le otorgó el rutilante y definitivo rótulo de “Libertador”: hablo de Chorros Blancos, triunfo definitivo, que se tradujo en la verdadera libertad para Antioquia. Al tenor de esta gesta libertaria, recordemos que, aunque el dictador Juan del Corral proclamó la independencia absoluta de Antioquia, el 11 de agosto de 1813, las huestes realistas se reorganizaron pronto en la costa Atlántica, y marchaban hacia Santa Fe de Bogotá, con una orden clara y precisa: reconquistar el poder español en la gran Colombia. Pero Córdova lo impidió en Chorros Blancos, de manera tajante y definitiva.

Así pues, es claro que la verdadera Independencia, y la libertad de Antioquia, se dio el 12 de febrero de 1820, cuando el General José María Córdova, acabó con las citadas tentativas de reconquista española, y no el 11 de agosto de 1813, mediante un decreto, como ya se dijo, firmado por el Dictador Juan del Corral. Nuestra libertad no se dio con la simple proclama y firma de independencia, ocurrida en un escritorio, más como consecuencia del caos que se apoderó de las colonias americanas que otra cosa, ante el vacío de poder provocado por la arremetida francesa al allanar el poder y el suelo del Imperio Español. No. ¡Se consiguió en Chorros Blancos! 

Para corroborar nuestra tesis, no sobra decir que la tal firma fue tan baladí, caprichosa y oportunista, que aún hoy el asunto (de firmar y emitir decretos) nos encanta y, cosa curiosa, a la fecha ya son miles los decretos y leyes que se firman en un escritorio, y que en la práctica, ¡para nada sirven! No se cumplen.

Obligatorio, debería decirse, el que todos los antioqueños, y en general los colombianos, visitáramos con frecuencia a estos municipio, llenos de honor, de belleza natural y urbanística, con abundancia de gentes buenas y laboriosas, y que por asuntos del destino y de nuestro general Córdova, gozan de semejante honor.

Como periodista, como miembro de la Fundación Cordovista de los Andes, como antioqueño, como hijo adoptivo de Concepción, cuna de nuestro Libertador, no puedo menos que sentirme orgulloso, y celebrar con ustedes la gesta de Chorros Blancos, y entre muchas, la de Ayacucho, la misma que significó la libertad del hermano país del Perú. La primera, la de Chorros Blancos, significó la expulsión definitiva de la España colonialista de nuestra querida Antioquia, de nuestra Colombia, y de los territorios hispanoamericanos.

Como Miembro Correspondiente de mi querida Academia Antioqueña de Historia, agradezco el cariño y la generosidad de nuestro Presidente, don Alonso Palacios Botero, al haberme confiado, en representación de nuestra Academia, el decir estas palabras, que son, en su conjunto, una oración para nuestro héroe José María Córdova Muñoz, por habernos dado el bien más preciado que puede tener el hombre: la libertad. 

Este texto, a propósito de nuestra participación en la celebración de la gesta libertaria en mención,  invitados por el buen amigo Miguel Ángel Peláez Henao, alcalde de Yarumal, quien demostró, en su pasión por la obra y vida del general Córdova, mediante un sentido discurso, ajustado a la historia y a su amor por la tierra yarumaleña. Gran satisfacción y lección de pensar y actuar como región, demostró la presencia y afecto de Carlos Alberto Posada Zapata,  Juan Pablo Torres Piedrahíta y el amable y festivo Gregorio de Jesús Gutiérrez Gonzáles, alcaldes respectivos de Santa Rosa, Campamento y Angostura.  

El acompañamiento de nuestra policía y de nuestro ejército, fue aleccionador, si lo contrastamos con la ausencia absoluta de las autoridades de la gobernación de Antioquia. La comunidad, en especial la educativa, en cabeza de la rectora de la I.E. Llanos de Cuivá, doctora Luz Ángela Hernández Castrillón, su equipo docente y sus alumnos, que se lucieron en materia artística y cariño por el Héroe de Ayacucho y Chorros Blancos, fue extraordinario y aleccionador, por cuanto a todos nos corresponde el sembrar el amor por Antioquia y por nuestros verdaderos héroes, en nuestros niños y jóvenes, que cantan y cantarán nuestros valores y nuestros amores por la Antioquia que llevamos en el alma.

Chorros Blancos nos sigue uniendo, por este es el lugar y hora en los cuales nuestro José María Córdoba Muñoz, nos dio la Libertad.