Los gobernantes del orden nacional, departamental y municipal deben adherirse claramente al principio del espíritu patriótico de defender al pueblo.

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Servir al pueblo significa poner sus comunidades en primer lugar, considerando como puntos de partida y destino de su trabajo a realizar, defender y desarrollar adecuadamente los intereses fundamentales de las más amplias esferas populares de la sociedad colombiana.  Deben centrar su trabajo en servir al pueblo sin engaños ni mentiras, menos aun con palabras huecas y vacías que distorsionan la realidad que padecemos; deben combinar el servicio a las comunidades con su educación y orientación, combinar la satisfacción de sus necesidades con la elevación de sus cualidades éticas y morales, igual que profesionales y personales.

Deben difundir e informar más sobre la gran lucha de las comunidades y su vida ardorosa, y difundir e informar más sobre los modelos avanzados de gobernabilidad y gobernanza, y las cosas conmovedoras que surgen entre las clases populares para enriquecer el mundo del pueblo democrático, acrecentar su fuerza espiritual patriótica y satisfacer sus demandas en la vida espiritual de los colombianos.

Persistir en tomar la unidad, la estabilidad, el estímulo y la divulgación positiva; tomar conciencia de cómo lo principal constituye una importante orientación que la divulgación y la labor democrática deben seguir.  Como estamos entregados a una gran lucha por la paz, que posee muchas características históricas nuevas y enfrentamos desafíos y dificultades sin precedentes; deben mantener, consolidar y robustecer la opinión pública principal, exaltar el acento histórico de nuestra época, difundir la energía positiva y animar a toda la sociedad nacional, departamental y municipal a avanzar unida por la salvación de Colombia. 

La clave está en mejorar la calidad de vida y elevar el nivel de compromiso en la defensa de la patria; tener buen dominio del valor del tiempo, del sentido de pertenencia y la eficacia de la lucha; hacer su trabajo como gobernantes más atractivo e inspirador, e informar de cosas que apetecen a las comunidades escuchar, ver, leer y hacerse eco para conseguir que la divulgación positiva por la paz desempeñe plenamente el papel de animar e inspirar al pueblo.

En cuanto a los problemas importantes relativos a lo correcto y lo incorrecto y a los principios políticos, tienen que incrementar y tomar la iniciativa y actuar por convicción propia para ayudar a los equipos de gobierno y a las comunidades a distinguir lo correcto de lo incorrecto, y adquirir una comprensión clara de la honestidad y la trasparencia de sus actos.  En la larga práctica, nuestra democracia colombiana ha acumulado ricas experiencias en la divulgación de salvar el proyecto de nación y la labor de principios y valores que orientan el que-hacer de los gobernantes.

Estas experiencias sumamente importantes, que se han logrado a duras penas, son una importante guía para el trabajo futuro que reclama Colombia.  Los gobernantes del nivel nacional, departamental y municipal han de sintetizarlas y persistir en ellas de manera concienzuda y durante largo tiempo, enriquecerlas y desarrollarlas sin cesar en la práctica gubernativa.  Un gobernante inteligente y estratégico cambia las tácticas de acuerdo con la evolución de los tiempos, y un gobernante sabio traza las formas de gestión, según la tendencia de desarrollo de los pueblos, las ideas, cosas y personas.

Para innovar la divulgación de la lucha por Colombia y la defensa por la democracia, deben enfocarse prioritariamente en la innovación de conceptos, métodos y el trabajo de las entidades de base; luchar por tener nuevos saltos de la comprensión para abrir nuevas perspectivas de trabajo, explorar activamente nuevas medidas y métodos propicios a la resolución de las dificultades del trabajo y poner el énfasis de la innovación en la primera línea de las entidades de base.  Deben seguir impulsando la reforma del régimen cultural y fomentar el desarrollo acelerado de la demanda cultural, económica, educativa, social, política, financiera, laboral, deportiva, salud, técnica, tecnológica y científica, en aras de edificar una Colombia democrática fuerte en la cultura del siglo XXI.

Nuestra tradición cultural, destino histórico y condiciones nacionales, departamentales y municipales peculiares determinan que los colombianos hemos de seguir un camino de desarrollo adecuado de nuestras características.  Respecto a nuestra cultura tradicional y las cosas extranjeras debemos persistir en hacer que lo pasado sirva al presente, y lo extranjero a Colombia; en descartar la escoria y escoger lo esencial, eliminar lo falso y retener lo verdadero, y seleccionar lo mejor en provecho propio mediante una revisión educativa, política, económica, social, cultural y científica.

Los gobernantes de todos los niveles deben intensificar nuestra divulgación democrática y reportajes sobre la evolución y cambios de la situación mundial, sobre las nuevas cosas y circunstancias aparecidas en el mundo, sobre los pensamientos, puntos de vista y conocimientos surgidos en diferentes países, con el fin de tomar activamente los logros provechosos de otras civilizaciones como referencia.  Deben mejorar meticulosamente nuestra divulgación de la imagen reputacional como país, innovar sus modalidades, y forjar nuevos conceptos, ámbitos y expresiones que permitan comunicar a Colombia con el extranjero, para relatar así adecuadamente los hechos colombianos y transmitir bien la voz de Colombia.

Toda Colombia debe entrar en acción para defender la democracia y asumir la responsabilidad política de reorientar el rumbo, intensificar el análisis y evaluación de los problemas importantes que nos aquejan, así como la importancia estratégica, y elevar constantemente su capacidad y nivel de dirección en el gran reto de salvar a Colombia.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                  Medellín, septiembre 23 de 2022