Luis Pérez Gutiérrez

Es urgente crear un Parlamento Indígena para Colombia, donde tengan representación popular los líderes de los pueblos indígenas. Juntar a los dirigentes indígenas para que legislen sobre su esencia cultural, y para que estén en permanente actividad creativa y deliberativa con el fin de consolidar pueblos indígenas donde brille y se proteja su cultura ancestral; se construya una justicia armónica y homogénea para ellos; se defina el sistema de salud apropiado; se abra paso a un sistema educativo legítimo que respete y conserve sus lenguas y la riqueza de su civilización. Asimismo, que defina sistemas autóctonos de legalidad, seguridad y justicia; que apruebe decisiones transcendentales en la utilización sus tierras que son una cuarta parte de Colombia. Y en fin, que definan los ajustes para que esa otra nación, nuestra nación indígena, sea progresista, justa y brille en todo su esplendor con su cultura ancestral. El Parlamento podría ser temporal y periódico.

Los gobiernos de Colombia han escogido el peor camino: construir país contra los indígenas. Los Indígenas son nuestros ancestros, tienen una cultura que vale oro, a ellos les pertenece el 24% del territorio, tienen su propia educación, su propia justicia, su propia seguridad, su propia medicina, sus propias lenguas, y un amor inmedible por el agua y la naturaleza. Y los gobiernos los quieren obligar a que abandonen y destruyan su propia esencia.

En la historia de Colombia, a los indígenas no se les ha dado la oportunidad de construir su futuro; siempre les ha tocado resistir. A los pueblos indígenas se les obliga a parecerse y comportarse como un ciudadano de la sociedad de consumo, o si no a desaparecer. No se respeta la diferencia ni la dignidad de haber sido nuestros orígenes. Es un honor para Colombia que hayan sido capaces de resistir.

El Parlamento debe tener un permanente análisis de la situación nacional de los Indígenas para que sean protegidos, y se defienda la libertad y los derechos humanos de sus líderes, muchos de los cuales han sido asesinados vilmente por manos negras, por guerrillas y por paramilitares. Por el abandono y falta de presencia del Gobierno, y la lejanía de sus territorios, muchos pueblos Indígenas han sido atrapados por los ilegales, ante la indiferencia del gobierno.

Los Indígenas dueños del 24% de las tierras en Colombia y no saben qué tienen. Es urgente hacer un Plan de Desarrollo Territorial Indígena (POTI) para conocer la calidad de sus tierras, cuál sería la utilidad óptima, cómo podrían explotarse conservando sus principios sobre la naturaleza, sus riquezas hídricas y naturales.

Las explotaciones que se hacen en territorios indígenas están en manos de ilegales. Incluso en varios territorios indígenas, ilegales extraen minerales valiosos de una manera brutal e ilegal, atropellando el medio ambiente y la esencia de sus culturas. La legalidad y el estado son solo ineptos espectadores; y solo se les ocurre denigrar de los indígenas.

El Parlamento Indígena debe definir un Plan de Desarrollo Nacional Indígena. Muchos países del mundo han construido hoteles y etnoturismo que han engrandecido las culturas indígenas y les han permitido tener recursos para vivir bien y ser independientes.

El Parlamento debe crear una política ambiental para sus territorios que sea respetada y se convierta en ejemplar para Colombia y el mundo, pues son los indígenas los que más amor tienen con la madre tierra.

El Parlamento Indígena servirá también para que construyan relaciones diplomáticas Internacionales con los Indígenas de América. Y esa interactividad se refleje en avances en la cultura y en la vida de los pueblos Indígenas.

El Parlamento Indígena sería una revolución cultural y haría la diferencia histórica de dar una oportunidad para que cultura de los Pueblos Indígenas deslumbren en la cultural mundial.