Por: Balmore González Mira

La falta de gobernabilidad, de gestión y de resultados que se viene denotando en algunas latitudes, nos lleva a la reflexión permanente de la necesidad absoluta de preparar a los gobernantes para gobernar. Esta afirmación o verdad de Perogrullo, de enseñar a los gobernantes a gobernar, se evidencia muy fácilmente cuando se adelantan campañas con discursos cargados de ilusiones y promesas que jamás se plasman en compromisos serios o son imposibles de cumplir. Hemos escuchado muchas veces a candidatos que llenan a la comunidad de ilusiones y al gobernar se convierten en los mayores fiascos; discursos y discursos llenos de puntos comunes, insulsos, repetitivos unos y justificantes de su incapacidad otros. Gobernantes que no son capaces de superar sus condiciones personales y como reyes incumplidos primero está la rumba, el licor y los eventos de chabacanería que sus comunidades. Gobernantes que quieren brillar por fuera aunque a la casa la hayan dejado oscurecer, pero donde los aplausos son más importantes que las realizaciones. Les importa más el qué dirán que el que harán. En esta lógica de las cosas dejan acéfalos sus gobiernos porque se creen supraterrenales y gobiernan en abstracto, en su reinado no hay dominio, pero exportan una imagen de suficiencia que riñe con la realidad de sus pueblos, porque solo escuchan a quienes los adulan. Tienen características de incumplimiento y de hacerse esperar por su grado de importancia que está en la egolatría. Qué tristeza de los errores que cometen las mayorías al elegir y de tener que soportar largos periodos unos gobernantes ausentes y unos gobiernos sin cabeza, que más parecen salidos de un imperio de la irrealidad, donde ellos como emperadores dan órdenes que no son viables, con propósitos irrealizables; gobernantes que solo se autoescuchan y se autoaplauden, sin pensar que lo que realmente están haciendo, es autodestruirse. Un ejemplo de todo lo contrario sucede con el gobernante que muestra resultados concretos, lo que me recuerdan los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez en la Gobernación de Antioquia y en la Presidencia dónde hubo dedicación exclusiva a gobernar, gobernar y gobernar. Otro ejemplo claro y actual, con resultados evidentes, es el del gobierno de El Salvador en centro América, donde su Presidente Nayib Bukele derrota a los criminales para darle seguridad a su pueblo. Una cosa es el decir y otra muy diferente el hacer. Hay gobernantes que no saben para que fueron elegidos y hay elegidos que no están preparados para gobernar, los ejemplos no se colocan por lo evidente de su existencia.

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