Dios no sólo nos llama a lanzar la semilla del Reino. A veces nos encarga ayudar a que los primeros brotes salgan adelante

Por: Nestor Mora Núñez |

Hago un resumen de los cuatro pasos que suele tener la #Evangelización en las redes:

1. Lanzar la semilla. Compartir contenidos, dar testimonio y dialogar.

2. Recibir a una persona que necesita a Cristo

3. Acompañamiento espiritual.

4. Entroncamiento en una comunidad física.

Evangelizar en las redes es al mismo tiempo sencillo y muy complejo. Es sencillo porque no es necesario desplazarnos lejos de donde vivimos y lo podemos hacer en cualquier momento. Podemos utilizar frases, imágenes, textos, enlaces o videos que hayan sido creadas por otras personas, lo que nos permite relacionarnos con otros #Evangelizadores en las redes y trabajar juntos. Si nos animamos, podemos ser nosotros los que generemos algún contenido para que otros lo compartan. Todo esto entra dentro del espacio de lo sencillo.

¿Dónde empiezan a complicarse las cosas? Los problemas suelen aparecer cuando una persona contacta con nosotros y empezamos ser agentes activos en la evangelización. Acompañar a una persona no es sencillo, pero es tremendamente ilusionante. Ante nuestra incapacidad, nos vemos necesitamos de aceptar la Gracia de Dios para seamos herramientas dóciles en sus manos. Todos andamos el camino de la conversión. Si no nos sentimos capaces, es un momento estupendo para contactar con otros hermanos o con algún sacerdote y que nos ayuden a saber cómo ayudar. Este paso es parte de nuestra conversión persona. ¿No es maravilloso? Dios no pide que ayudemos a un hermano.

Las personas que contactan con nosotros, suelen necesitar mucha comprensión, que sepamos escuchar y una paciente espera para encontrar el momento donde podamos compartir la necesidad de dejarse curar por Cristo. Suelen ser personas desencantadas, alejadas y llenas de heridas. Cualquier cosa que les digamos, puede levantar una muralla o producir una respuesta violenta. Hay que tener cuidado, pero tampoco crear un drama de las dificultades que presenta todo proceso de conversión.

Les pongo un ejemplo real: Hace poco me comentaba una amiga de Facebook (a la que llevo más de un año acompañando por medio de frases de San Agustín) que “San Agustín es a veces más duro que Dios mismo”. Mi respuesta fue sencilla: le cité un versículo del nuevo testamento en el que Cristo deja claro que requiere nuestro compromiso. Dios no elige a los más capacitados. Dios capacita a quien El elige. Creí que esta amiga podía aceptar que cuando Cristo nos exige algo, espera nuestro compromiso y nos regala la Gracia necesaria para llevarlo a cabo. Por desgracia esta amiga se paró en seco. Simplemente, encontró que la maravillosa bondad de Cristo no es complicidad y esto le causó rechazo. Se pasó en seco. No pasa nada, hay que dejar que pasen días, semanas o meses y esta “sorpresa” madure en su interior.

Es normal encontrarnos con personas que detienen su proceso de conversión en un momento donde el compromiso les resulta inasumible. Cuando se trata de empezar la cura de sus heridas, es normal que aparezcan los recelos. Sucede igual que cuando un médico nos dice que nos pongamos una inyección. A todos se nos cambia la cara y nos repensamos la idea de seguir adelante. Es normal que haya muchas personas que nos digan: Stop, ya no quiero ir más adelante. Hay que ser respetuosos y dejar que la semilla a la que he hemos ayudado a sembrar, germine y esta persona pueda retomar su camino de su conversión.

Tomado de Catholic.net