Por Iván de J. Guzmán López

Para quienes somos hijos de occidente y amamos nuestra subregión, el Puente de Occidente nos inspira doble orgullo. Primero, porque fue construido con todo el amor por la tierra, por el insigne ingeniero sopetranero José María Villa Villa, hijo del reconocido médico Sinforiano Villa Vergara y doña Antonina Villa Leal; segundo, porque su majestuosidad y servicio a la comunidad, lo hacen indispensable para el Occidente Medio, es orgullo de la ingeniería antioqueña y, de contera, es Monumento Nacional.

La historia se puede resumir, así: a mediados del siglo XlX, el sueño del doctor Pedro Justo Berrío (a mi juicio, el mejor gobernador de nuestra historia republicana, el gobernador que modernizó a nuestra Antioquia, con su programa y su Ley orgánica de caminos, la ley 210 de 1871), era abrir caminos, construir vías y tender  puentes, pensando en el progreso social y económico de Antioquia, hasta ese momento, oculta entre montañas, y explotada por el poder central.

La idea del doctor Berrío era abrir nuestras montañas, para darle camino a los carruajes, a las bestias, a los trenes, y para ello era fundamental construir puentes que nos permitieran salvar las bellas barreras naturales que constituían nuestros ríos, en especial el río Cauca.

El momento era propicio para aprovechar el genio de José María Villa Villa, que acababa de llegar de los Estados Unidos, con su diploma de grado de ingeniería mecánica, otorgado con honores por el Stevens Institute of Technology de New Jersey, y con la valiosa experiencia de haber trabajado en la construcción del puente de Brooklyn (que une los distritos de Manhattan y Brooklyn en la ciudad de Nueva York), entre 1870 y 1883, y que al momento de su inauguración era el puente colgante más grande del mundo.

En definitiva, la construcción del puente de Occidente empezó el 4 de diciembre de 1887 y se inauguró en diciembre de 1895.

Según el portal ConstruyoRed, un portal especializado en grandes construcciones, “su historia, se remonta a la Ley 30 de mayo de 1881, la cual concedió privilegios y recursos para construir un puente colgante sobre el río Cauca, en el paso de las Piedras, y de este modo disminuir el trayecto de Olaya a Santa Fe de Antioquia.

En nuestro país pocas obras han brillado tanto como el Puente de Occidente, en Antioquia, una fenomenal estructura que en su momento fue considerada la más grande e importante de Suramérica y la séptima del mundo. El 26 de noviembre de 1978 fue declarado Monumento Nacional de Colombia”.

Lo cierto es que esta obra, portento de la ingeniería antioqueña, que no sólo ha cumplido el propósito de la ley 30 de 1881, de “disminuir  el trayecto de Olaya a Santa Fe de Antioquia”, sino el de beneficio incalculable para la salud, la educación, la economía y el turismo de municipios como Sabanalarga, Liborina, Olaya (en la cuenca de Hidroituango), está que se viene abajo. Está que se cae, por simple y pura negligencia departamental y falta de gestión por parte de los parlamentarios antioqueños, denominados algunos como “bogoteños”, por su olvido de Antioquia, cuando calientan curul.

El golpe de defunción, es este: “La Gobernación de Antioquia se permite bajo resolución 2023060048820 del 24 de marzo de 2023 artículo primero: Modificar la Resolución No. 2018060371661 del 07 de diciembre de 2018 por medio de la cual “se autoriza el Cierre Indefinido (Para Paso Vehicular) sobre el Puente de Occidente “José María Villa”, ubicado en la vía denominada SANTA FE DE ANTIOQUIA-PUENTE DE OCCIDENTE-LA YE- (SAN JERONIMO) (NO INCLUYE TRAMO URBANO DE SOPETRAN) codificada bajo el Nro. 6204B”, RESTRINGIENDO EN SU TOTALIDAD EL PASO DE VEHÍCULOS Y PEATONES, hasta tanto se realicen las intervenciones que garanticen la seguridad en la movilidad de todo tipo de actores viales por la mencionada estructura”.

La gobernación de Antioquia cree que con resoluciones ofrece bienestar a la comunidad, la misma que viene manifestando, desde el año 2018 (durante el gobierno de Aníbal Gaviria), la necesidad de un puente nuevo, que comunique a Santa Fe de Antioquia con sus vecinos de Occidente Medio, valga decir, Olaya, Liborina, Sabanalarga, y el mismo San José de la Montaña e Ituango, en el Norte de Antioquia. Ante la gobernación, ante la secretaría de Infraestructura y aún ante la Asamblea de Antioquia, varias organizaciones civiles y de la comunidad, han demostrado el perjuicio en términos de costos, distancias, tiempo, y hasta de vidas humanas, porque estos municipios citados no cuentan con un hospital del orden del de la Ciudad Madre y porque ya han caído del puente y ahogados en el río un niño y un maestro. ¿Por qué la gobernación le ha cerrado las puertas a esta necesidad sentida?  

Para nadie es un secreto que tras los cierres (a la fecha se completan 5 años) para el supuesto mantenimiento, viene el deterioro de la vida de los municipios cercanos, más aún de Santa Fe de Antioquia, la Ciudad Madre,  que es el centro de servicios para estas comunidades. Adicional, la gobernación elude la construcción de un puente nuevo para vehículos pesados y de carga, hacia los municipios de la margen derecha del Cauca.

Al Monumento Nacional de Colombia, declarado el 26 de noviembre de 1978, nadie lo quiere conservar como monumento, y menos convertirlo en centro de turismo del occidente Medio. ¿Por qué?

A raíz de la tragedia ocasionada por la caída del puente El Alambrado entre Quindío y Valle del Cauca, ocurrida el pasado 13 de abril de 2023, todo el mundo se rasga las vestiduras, aunque el ministro del transporte Guillermo Reyes, se limitó a decir que “el 30 % de los puentes en Colombia se encuentran en mal estado y en riesgo de colapso”.

Por su parte, el director de la ANI, William Camargo, afirmó que las autoridades “llevan a cabo las investigaciones para establecer las causas del siniestro, así como responsabilidades.” De las investigaciones no se pasa; las responsabilidades civiles y contractuales, se esfuman.

Me comentaba un paisano de Santa Fe, ante la queja de la comunidad por el abandono del Puente: “el problema es que el gobernador de Antioquia, cuando no está detenido está de vacaciones, y así, nunca se entera de estas cosas”.

¿Esperando la caída del Puente de Occidente, para establecer investigaciones?

Dios nos ampare de la caída de nuestro Puente, doble orgullo para los antioqueños; o al menos, para los que amamos a Occidente.

2 Comentarios

  1. No atender las obras que aportan calidad de vida a las comunidades y que les facilita los intercambios y evita el aislamiento, es una medida utilizada por quienes tienen el poder para someter a sectores enteros como ocurrió en la guerra de los Balcanes y el resultado, es el aumento de la violencia y desigualdades que de eso sabemos tanto en Antioquia.

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