El temor a la nuevo nos genera un magnetismo demoníaco.  Como consecuencia de este Miedo al Cambio sentimos, posteriormente, un gran decaimiento físico y anímico, que nos lleva a un temperamento vibratorio depresivo o destructivo.

POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Siempre lo nuevo o poco conocido es mirado con extrema desconfianza por la gente, pues todo cambio representa algo amenazante, ya que las personas basan su seguridad psicológica en la rigidez de los esquemas que llegan a adoptar.  Mientras más programado esté el hombre o la mujer, mayor será su temor a la posibilidad de un cambio, ya que éste podría significarle tener que desprenderse de aquellos antiguos esquemas que le ha costado tanto trabajo formar y en las cuales basa su seguridad personal.  Con frecuencia se prefiere lo malo conocido a lo bueno por conocer, actitud en la que influye mucho la inseguridad y la pereza, ya que puede ser muy laborioso el tener que revisar la propia ideología a la luz de nuevos y diferentes conceptos, por lo que resulta más cómodo aferrarse a aquellas ideas que desde mucho tiempo se estiman correctas o válidas.

Temor a lo nuevo significa, generalmente, miedo de no poder desenvolverse apropiadamente en un medio al que no se está acostumbrado o del cual muy poco se conoce.  Por lo común, las personas gustan de las actividades en las que son muy diestras, y rehúyen en cambio aquellas que les resultan dificultosas.  En el terreno de las ideas ocurre exactamente lo mismo; el hombre o la mujer adopta los pensamientos familiares con los que puede desenvolverse airosamente, mientras rechaza los conceptos ajenos a su limitada experiencia personal por temor a que éstos lo sobrepasen y quede de manifiesto su poca capacidad intelectual.

El poder de análisis de un individuo cualquiera, hombre o mujer, por inteligente o docto que sea, está limitado por la ley de la inercia, que hace que permanezca aferrado a los esquemas y conceptos que ya conoce, por inconvenientes, obsoletos o perjudiciales que puedan resultar para la real expresión de sus facultades intelectuales superiores.

Como es de comprender, esto deteriora seriamente la capacidad inteligente de las personas, ya que éste no logrará un análisis racional, desprejuiciado e imparcial, requisitos primordiales para poder desentrañar la verdad.

¡Bienvenidos al cambio que necesita la sociedad, que requiere Colombia y reclama el tiempo actual!

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                      Medellín, julio 10 de 2021