Por: Balmore González Mira

Profeso una gran admiración a las personas, dirigentes, políticos, educadores, gerentes y en general a todos aquellos líderes, y naturalmente hasta para los padres de familia,  que siempre con positivismo le ponen energía a cualquier acción que haya que emprender.

Y es que no hay nada mejor que una persona que lidere con optimismo y energía positiva lo que le corresponde hacer, cuan útiles son las palabras de ánimo en un momento difícil, pero cuánto daño hacen las contrarias para acabar de desmotivar.

Recientemente en un conversatorio, del cual participé, alguien hablaba de la dificultad que tenemos los humanos para dialogar y comunicarnos, de cuán difícil es ponernos de acuerdo y concertar. En las exposiciones presentamos alternativas, y todas ellas dentro del margen de la legalidad, proponíamos los caminos y salidas y luego de tratar de edificar durante horas, una sola palabra o propuesta  negativa del otro lado derrumbaba en un segundo lo que habíamos construido durante horas. A pesar de la dificultad seguíamos insistiendo, respetuosamente,  en la necesidad de atender los deberes, los derechos y las obligaciones de cada una de las partes. Y de hacer valer el principio de que los derechos propios llegan hasta donde comienzan los ajenos.

Hubo momentos de tensión cuando se desconocían los derechos del otro y cuando desde la óptica egoísta solo se admitía que desde una esquina se tenía la razón.

Muchas de las veces una palabra mal utilizada, en el momento inadecuado o en el tono inapropiado llevan al traste con cualquier proyecto o actividad que se haya propuesto o emprendido. Igual sucede con la atención a la ciudadanía, en los negocios y muchas de las acciones de la vida. La energía positiva, que muchos asocian a la neurolingüística, por lo general logra los resultados que jamás el  pesimismo ha siquiera logrado proponer. Por ello es bueno, aunque tarde nos demos cuenta, siempre ponerle energía positiva a todas las acciones de la vida, que logre contagiar, en vez de ponerle peros, sin haberlo siquiera intentado.

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