EL SER HUMANO RACIONAL -ALCANZANDO TU YO MÁS ELEVADO-

0
53

El impulso más elevado es más débil, conectar con él requiere esfuerzo y perspicacia.

POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

El yo más inferior tiende a ser más fuerte.  Sus impulsos nos jalan hacia abajo hasta las reacciones emocionales y las posturas defensivas, haciéndonos sentir engreídos y superiores a los demás.  Nos hace buscar los placeres inmediatos y las distracciones, escogiendo siempre el camino de menor resistencia.  Nos induce a adoptar lo que otras personas están pensando, perdiéndonos en el grupo.  Sentimos los impulsos del yo más elevado cuando salimos de nosotros mismos porque queremos conectar más con los otros, concentrar nuestra mente en el trabajo, pensar en lugar de reaccionar, seguir nuestro propio camino en la vida y descubrir lo que nos hace únicos.  El más inferior es el lado más animal y reactivo de nuestra naturaleza, y uno en el que fácilmente caemos.  El más elevado es el lado más auténticamente humano de nuestra naturaleza, el que nos hace reflexivos y autoconscientes.

Puesto que el impulso más elevado es más débil, conectar con él requiere de esfuerzo y perspicacia.  Sacar este yo ideal que está dentro de nosotros es lo que realmente todos queremos, porque es únicamente desarrollando este lado de nosotros mismos que los humanos nos sentimos verdaderamente realizados.  Es mi propósito buscar como ayudarte a lograr esto volviéndote consciente de los elementos potencialmente positivos y activos que están contenidos en tu naturaleza.

Existe una idea equivocada sobre la racionalidad humana que es muy común entre la gente.  esta idea errónea es que la racionalidad tiene que ver con la supresión o la represión de las emociones.  En otras palabras, si estas sintiendo miedo o ira o amor u odio, tienes que aplacar esas emociones.  Tienes que deshacerte de ellas para ser racional.

Según esta visión, la racionalidad no es algo muy divertido o emocionante.  Es un poco como la comida saludable.  Es buena para ti, pero no sabe muy bien.  Yo quiero decirte que esto en realidad está muy equivocado.  De hecho, es lo contrario.  La racionalidad tiene que ver con algunas emociones muy importantes sin las que no puedes empezar a pensar racionalmente.

La neurociencia ha demostrado esto con estudios de gente que ha sufrido un daño en los centros emocionales del cerebro.  Después de esto, no son capaces de tomar decisiones racionales ni de pensar racionalmente.  Puedo ilustrar mi idea de la racionalidad con algunos ejemplos que posiblemente has experimentado.

Digamos que tienes un plan: Algo que quieres lograr en la vida.  Escribir un libro, perder peso o comenzar un negocio.  Te has estado sintiendo muy frustrado e impaciente con el rumbo de tu vida.  Entonces decides, voy a cambiar, realmente haré este proyecto, voy a crear una empresa, o lo que sea.  Y reflexionas en ello y gradualmente vas dando los pasos para llegar allí.

O digamos que estas padeciendo una difícil situación de divorcio y estas peleando por la custodia de tu hijo, a quien amas mucho.  Se está poniendo tan feo que te das cuenta de que, si todo continúa de esa manera, el niño resultará dañado por el proceso.  Entonces, en algún punto, das un paso atrás y piensas: “Lo que realmente importa es la salud a largo plazo de mi hijo, así que no voy a seguir con este proceso.  Al contrario, me voy a retirar y voy a pensar en lo que es mejor para el niño”.

O digamos, para terminar, que hay una persona muy tóxica en tu vida.  Una especie de narcisista furibundo, por ejemplo, que está enredándote en todo este drama que te está haciendo miserable.  Y en algún punto te dices: “Maldición, ya he tenido bastante de esta persona.  Voy a buscar la manera de deshacerme de este narcisista”.  No es fácil porque esta persona está involucrada en tu vida de muchas maneras.  Así que das un paso atrás, recuperas el control de ti mismo y piensas: “¿Cómo puedo deshacerme de esta persona?”, y entonces lo haces.  Finalmente, el narcisista se va, y tu sientes una tremenda sensación de alivio.

Analicemos estos tres ejemplos:

En el primero, estas harto del hecho de tener sobrepeso o de no haber sido capaz de lograr ninguno de tus sueños o deseos en la vida.  Esa frustración -la emoción- te impulsa a actuar, esto es, a recorrer los pasos del pensamiento racional para salir de ese estado de frustración.  Y entonces, cuando terminas, cuando finalmente has logrado ese proyecto o esa meta, sientes una tremenda sensación de alivio y orgullo.

En el caso del niño, eres impulsado por el sentido de la empatía y el amor por tu hijo.  Te preocupas por él, y ese amor provoca que des un paso atrás y sigas el proceso racional.  Y cuando termina, te sientes mucho mejor contigo mismo.

O con esa persona tóxica en tu vida: Estas lleno de coraje, pero das un paso atrás, recorres los pasos racionales y te deshaces de ella.  Sientes felicidad y alivio.

Por lo tanto, si no hubieras tenido esas emociones al principio, nunca habrías sido capaz de emprender las acciones que te llevaron a esa decisión racional.  Y si no hubieras sentido la recompensa del orgullo, la empatía y el amor por haber logrado algo, no estarías motivado a volver a pasar por el proceso racional una y otra vez.  Entonces la racionalidad tiene que ver con las emociones y el pensamiento.  La racionalidad no se trata de aplacar tus emociones.  Se trata de crear una bonita armonía entre el proceso de pensamiento y las partes animales emocionales de nuestra naturaleza.  Es importante no ver el camino de la racionalidad como algo doloroso o ascético.  De hecho, acarrea poderes que son inmensamente satisfactorios y agradables, mucho más profundos que esos placeres frenéticos que el mundo tiene para ofrecernos.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                                      Medellín, abril 10 de 2025