Infortunadamente muchas personas –a pesar que tienen grandes necesidades y falencias en materia social y económica- no han podido acceder a un empleo digno en nuestro país”.

Autor: Héctor Jaime Guerra León

Por estos días empiezan a darse los resultados de las importantes discusiones y decisiones que gobierno y representantes de los trabajadores realizan año tras año, para definir el incremento que ha de hacerse al salario que como mínimo deben devengar quienes tienen el “privilegio” de trabajar en Colombia, pues bien sabido se tiene que infortunadamente muchas personas –a pesar que tienen grandes necesidades y falencias en materia social y económica- no han podido acceder a un empleo digno en nuestro país, teniéndose que relegar –muchas de Ellas- a trabajos y tareas denigrantes e informales que ni siquiera les da derecho a ganarse lo mínimo que –por ley- debe recibir por su jornada laboral un trabajador en nuestro inequitativo sistema laboral.

Este salario ha de entenderse, como lo mínimo que una persona y su familia requieren para su sostenimiento y manutención. Dicho de otra manera, es lo que -según nuestra legislación- necesita una familia del común para alimentarse-nutrirse, escolarizarse-educarse y conseguir techo- habitación, fuera de otros gastos que –con este sueldo- ni un mago los podría cubrir, pero que deben salir también del mínimo, como en efecto son la recreación, el deporte, lúdica, esparcimiento, etc., etc.

Los técnicos hablan del Salario mínimo Legal Mensual Vigente-SMLMV, como el estipendio que una persona recibe por haber gastado su fuerza laboral, haber dedicado su esfuerzo físico y psicológico al servicio de un arte o profesión y con el cual debe proporcionarse no solamente su recuperación, para continuar ejercitando dicha labor, sino también el cuidado y sostenimiento de las necesidades básicas de su entorno- núcleo familiar.

En resumen, la recepción del salario mínimo al trabajador le genera la corresponsabilidad de aportarse a sí mismo y a su familia, los gastos habituales más esenciales y la provisión de las condiciones materiales, culturales y necesidades mínimas de subsistencia e indispensables para el acceso y disfrute de una vida digna- normal, en familia.

Lejos estamos que ello sea posible. Es claro que con este dinero no alcanza para todos esos gastos; sin embargo, en nuestro país los trabajadores y, obviamente, sus familias, no tienen más alternativa, deben aprender a defenderse con dicho ingreso, el cual también, fuera de su poquedad e insignificancia frente a las inmensas necesidades y obligaciones que los rodean, tiene otras variantes que hacen que cada vez sea menor la capacidad adquisitiva de su salario. La devaluación y la inflación son fenómenos que en Colombia le hacen daño enorme al salario; pues de un lado nuestra moneda pierde cada vez mayor solvencia y vigor frente al dólar y –además- el valor de los productos propios de la canasta familiar, no sólo aumenta con el incremento anual del mínimo salarial, como debiera ser en una sana lógica económica, sino que -para nadie es un secreto- los productos de la canasta familiar están sujetos -casi siempre- a incrementos que no sólo devienen con el aumento del salario, sino también con la irrupción de otros fenómenos y factores que se presentan con frecuencia, afectando negativamente los precios de dichos artículos.

Es innegable que los alimentos, el techo, la educación, la recreación y todo lo que básicamente una familia requiere para tener una vida digna, depende no simplemente del aumento anual que recibe el SMLMV, sino que el ingreso producto del salario en nuestro país está supeditado- afectado, por muchos otros factores, tales como: el clima, la violencia, la corrupción, el orden público, las relaciones internacionales, entre otras causas que ocasionan grandes declives en la economía y nefastas variaciones en las balanzas de precios, colocando en calzas prietas no sólo a la economía en general, sino de manera especial y directa a quienes tienen que vivir de un salario mínimo, como única alternativa de subsistencia ante la precariedad de estos ingresos.

Con todo y lo que pase con el SMLMV, los trabajadores y el país entero deberán seguir adelante, sorteando todas las inmensas dificultades que por esta y otras razones hacen que no podamos ceder ante las inmensas adversidades que no solo en materia salarial, sino también económica, política y socialmente azotan, cada vez con más frecuencia y poder, aumentando tan considerable y preocupantemente los ya altos índices de pobreza, violencia y descomposición social que ya desde tiempo atrás invaden a nuestra nación.

Post scriptum: Al momento de remitir este trabajo al editor, supe que “Según el Decreto 1724 del 15 de diciembre de 2021, el salario mínimo legal para el 2022 en Colombia quedó en un millón $1.000.000 mensuales y comenzó a regir desde el 1 de enero. Este aumento representa un incremento del 10,17% en comparación con 2021”: (ARUS- SURA).

¡Adelante Colombia, ni un paso atrás, siempre adelante!

  • Especialista en Planeación de la Participación y el Desarrollo Comunitario; en Derecho Constitucional y Normatividad Penal. Magíster en Gobierno.