Por: Guillermo Mejía Mejía 

Algunos apóstoles del neoliberalismo, tipo Luis Guillermo Vélez, creen que con sus cifras macroeconómicas nos van a asustar y se atreven a pronosticar la debacle del País si gana el candidato Gustavo Petro. Esta escuela económica ya se encuentra en franca retirada (o si piensa lo contrario pregúntele al premio Nobel de economía Joseph Stiglitz) principalmente en Chile en donde el modelo fracasó rotundamente y ese paraíso que nos trataron de vender como réplica para Latinoamérica, la mayoría del pueblo chileno lo derrotó estruendosamente en las urnas en las pasadas elecciones presidenciales.  

Los fondos de pensiones privados, por ejemplo, que sirvieron de espejo para implantar el sistema en otros países, entre ellos Colombia, están haciendo agua y una de las fuerzas populares más vehementes en el levantamiento social, que culminó en la convocatoria de una asamblea nacional constituyente, fue precisamente la de los pensionados, estrechados económicamente frente al costo de la vida y las míseras pensiones. Los neoliberales de inmediato reaccionan y sacan a relucir sus cifras para concluir que los pensionados no ahorran lo suficiente y que por lo tanto se deben subir las cotizaciones pero que de todas maneras el sistema es perfecto. 

En 1927 el representante a la Cámara Mariano Ospina Pérez presentó un proyecto de ley que creaba el Banco Agrario Hipotecario que luego fue la ley 37 de 1931, en el gobierno del presidente Olaya Herrera, con el nombre de Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero más popularmente conocida como Caja Agraria. El mayor impulso a esta entidad fue precisamente en el gobierno de Ospina Pérez que logró llevar el crédito barato al pequeño agricultor con el suministro de semillas, abonos, maquinaria, pesticidas (no glifosato) que convirtieron a Colombia en un país agrícola.  

En esa época el desarrollo de un banco que atendiera las necesidades del campesino trabajador se consideraba doctrina social de la Iglesia en un gobierno conservador. Pero ahora que Petro propone lo mismo, a través del Banco Agrario, dizque es marxismo. El neoliberalismo cambió las reglas y ahora del país agrícola que fuimos pasamos a comprar en el exterior el 30% de los alimentos que consumimos. Se importan cerca de 12 millones de toneladas de alimentos, con dólar a 4 mil pesos, como maíz, trigo, frutas, lácteos y lastimosamente hasta café. No es sino mirar las alarmantes cifras de la SAC para ver en su apogeo las maravillas del neoliberalismo en materia de agricultura.  

En el campo de la salud las teorías del neoliberalismo son más convincentes. Al economista Luis Guillermo Vélez, en una conferencia que le escuché hace poco, se le hace agua la boca hablando de las bondades de la medicina privada y de la cobertura universal lograda con la ley 100 de 1993. Sin embargo otra cosa dice la realidad de la salud cuando hasta 2.019 la Superintendencia de Salud había liquidado 18 EPS y para este año 2.022, la Asociación Colombiana de Empresas Sociales del Estado y Hospitales Públicos (Acesi) alertó sobre el incumplimiento por parte de 20 empresas de estas, en indicadores como capital mínimo, patrimonio adecuado y un régimen de inversión de las reservas técnicas tanto en el régimen subsidiado como en el contributivo, que necesariamente deberán ser liquidadas como lo ordena el decreto 2.702 de 2014. 

Petro está proponiendo un Fondo Único de Salud, que entre otras cosas ya existe que es el Adres, creado durante el Ministerio de Salud de Alejandro Gaviria, y una prestación de servicios a través de una red público-privado. Paralelamente un desmonte gradual de las EPS pues si se creó el dicho Fondo sobran las intermediarias que se quedan con un buen porcentaje del recaudo. 

Con las encuestas de hoy Petro no ganaría en primera vuelta y ojalá su contendor en segunda sea un candidato de la Coalición de la Esperanza, menos Fajardo enemigo declarado del Partido Liberal y encartado en la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, para que el pueblo pueda escoger entre 2 candidatos que tengan un sentido de lo social más arraigado y que se comprometan a aplicar el artículo 334 de la Constitución Política sobre intervencionismo del Estado. 

Dios nos ampare de regresar a un gobierno neoliberal que nos lleve a otro levantamiento popular como el del año pasado o a que gane el viejito mal hablado de Bucaramanga que admira a Hitler y a Nayib Bukele el pequeño dictador de El Salvador.