Por: Balmore González Mira

Reflexionar es muy fácil, cambiar es lo difícil. Reflexionar haciendo es lo meritorio. La vida nos cambió y es hora de que cambiemos la vida. Ya no valdrá la pena la arrogancia, ya no valdrá la pena la avaricia, dan vergüenza la lujuria y  la codicia. Los lujos no tienen sentido y cobra validez que es más rico el que menos necesita. Los aviones no despegan, los carros no arrancan, los barcos no zarpan y los trenes dejan sola las carrileras. Las tiendas de lujos también solas cierran sus puertas  y las de alimentos están abiertas pero escasean, no podemos alimentarnos de las vanidades y hasta las apariencias desaparecieron. Cuántos vestidos guardados sin ser usados y afuera en las calles cuántos hermanos padecen hambre, pero frente a la pandemia todos los seres humanos somos iguales, todos en riesgo, todos vulnerables.

Los odios y los agravios de quienes se creyeron dueños del mundo son recuerdos del pasado, su arrogancia se ha desvanecido, los recuerdos son la memoria de lo que hicimos. El orgullo es solo un vano recuerdo inútil para superar la crisis.

Hoy vale la pena la familia, hoy la familia vuelve a adquirir el valor histórico de ser el primer núcleo de la sociedad. Cuántas familias separadas por el virus. Cuántas separadas por el odio. Cuántas separadas por el dinero; dichosa la que está unida para luchar contra la desesperanza. El internet y la tecnología, que gracias a Dios existen, solo nos distraen, pero no son la solución de fondo, son solo un instrumento paliativo y no sanativo.

Asistimos desde la lejanía a los funerales solos y abandonados de conocidos y desconocidos, de famosos y millonarios que no pudieron llevarse nada, hoy todos somos iguales ante la muerte. Solo me llevo el afecto y el respeto que haya tenido por el otro.

La cuarentena para el hombre era un tema exótico o escaso, hoy es una realidad. Las aves vuelan libres. Los humanos perdieron su libertad. La desesperación del encierro aflora en la humanidad y muchos creen que esto es solo un cuento de necedad.

Reflexiono y veo qué insignificante es el hombre ante el planeta y que grande puede ser su maldad. Acabamos con la vida y poco nos importa el hábitat. La única huella que dejamos sobre la tierra es la destrucción y solo ahora entendemos de qué se trata la magnitud de la creación. Ahora invocamos al Dios de la protección cuando fue él en sus escrituras quien claro nos dejó al ordenar, ama al prójimo como a ti mismo, y no lo supimos escuchar.

¿Qué sentido tiene renegar? Solo renegar sabemos en momentos de dificultad y es hora de ordenar el pensamiento para descubrir el papel de cada uno en esta sociedad, porque cuando entre todos derrotemos la pandemia, también será hora de aportarle un cambio serio y desde de adentro, a toda la humanidad.

4 Comentarios

  1. La vida es estan hermosa y perfecta que Dios siempre nos da todas la oportunidades para seguir como humanos unidos, lo triste es que no la aprovechamos para ser feciles como hermanos y humanos de este mundo que algun dia se acaba pero regresariamos a la diestra de nuestro señor amen.

  2. Vanidad de vanidades y solo vanidad..La tempestad nos quito la mascara.. Comprendamos y aceptemos que somas una lana
    En las manos de Dios

  3. Muy bonitas palabras de reflexión, pero lo que necesita la humanidad no es cambiar el mundo, sino cambiar su forma de ser, pensar, actuar, dejar todo lo malo y aceptar que el unico que nos puede salvar de esta pandemia es:nuestro señor jesucristo el todopoderoso y creer en él ser bautizados y seguirlo a él hasta que el venga por nosotros

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