Por Luis Alfonso Pérez Puerta

Se encuentra “más perdido que envolatado” en el camino o proceso existencial en el cual lleva muchos años en una búsqueda estéril, y a veces parece extraviarse en un laberinto, y lo único que puede salvarlo es aferrarse al hilo de Ariadna, o solo dar vueltas por este espacio tiempo, y luego realizar una pausa activa, respirar y regresar para volver a iniciar como un aprendiz eterno con o sin retorno, no lo sabe, pero por otro lado… Retroceder es una pérdida de energía que no lleva a ninguna parte…

Es como el monje aquel con el anhelo de ser diferente. Un personaje para un ejercicio de teatro, y luego se convirtió en un texto con pretensión literaria. Este individuo, solitario en su habitación, en estado de meditación, siempre con una oración en los labios y en la mente, y acompañado de una banda sonora con música, o dicho de otra manera: con un fondo musical de serenidad y paciencia, pero este hermano no se siente cómodo, porque se da cuenta que sufre las mismas pasiones y dificultades de los demás. Cuentas por pagar,  ruidos, olores y aromas entre lo agrio y dulce;  y el fuego que lo consume: vanidades que ha rechazado y deseos sexuales que reprime llegan al borde con ira  para explotar, y hasta la música se desvanece, y al final solo queda un hastío. Para qué un cerebro en su cabeza en este cuerpo con vísceras, esqueleto y piel, es decir, no es para creerse un dios.

A lo sumo es un pobre diablo que busca ser mejor, pero de igual manera los demás viven su devenir existencial que tampoco es fácil, pero no se preocupan por lo que no comprenden y viven la lucha sin pensar en el dolor de cabeza, además “para eso se hizo aspirina”, o digamos el genérico: ácido acetilsalicílico, o acetaminofén y seguir bailando hasta perder el juicio, que permite “no ser el olvido que jamás seremos”, y ahí vamos en la rueda que gira y gira, todos, sin excepción, y al final nada, y continuar en el carrusel hasta el último suspiro.

En síntesis, la búsqueda espiritual sigue cual un pensamiento elevado, que gracias a los dioses sirven para apagar el fuego y no ser quemado, pero no entendemos el ladrido del perro y nos perdemos en un laberinto porque olvidamos llevar el hilo de Ariadna.