Por: Arturo Tabares Mora

Los gobiernos; se encuentran hoy, en medio de un cruce de trenes, todos pidiendo la vía,    por afán de querer abastecerse de combustible; solo en la vía, maniobrando con instrumentos de mano, a través de operarios improvisados, se encuentra el gobierno; pretendiendo decidir, a una distancia de mil metros, a quien le da la vía: Al tren de la salud, al tren de la economía o al tren del conflicto social. Sobre el tiempo, activa el intercambiador vial, para que sigan su curso, de manera gradual y regulada, abastecerse de combustible;  bien limitado en el tiempo, que de no manejarse racionalmente se agotara, como los es el Dinero, carburante de la economía. Este afán de tomar decisiones rápidas, nos ha hecho olvidar, los principios de la verdadera economía, la de la moral, la ética, la economía del bien común, la división del trabajo, la del individualismo optimista, la del beneficio colectivo, la distribución de la riqueza, la mano invisible etc. y no; la actual, la del individualismo salvaje, mezquina, egoísta, utilitarista. Esa no es la economía que crearon Smith y los demás teóricos, ha sido tergiversada en sus conceptos y en la práctica, llevándonos al estado actual. Que con todo el conocimiento la sabiduría y el progreso, el mundo está de rodillas ante una pandemia, donde están los sabios de cartón, los doctores estudiados en las mejores universidades, que no tienen la solución. No están, porque sus mentes solo están diseñadas, para la ganancia, la utilidad, pero no para el beneficio; no son verdaderos economistas, son financistas que posan de economistas. La economía de sus fundadores, La economía Ética es humanista, fraterna, solidaria, moralista, porque todos partieron del legado, las enseñanzas de la naturaleza. Ojala que esta crisis nos ponga a recapacitar y regresemos a las fuentes de la verdadera economía. La de su fundador Adam Smith, y a la que debemos regresar, reseteándonos para entender mucho de lo que está pasando y como corregirlo y prepararnos, reinventarnos para lo que puede venir, una economía base cero; entendiéndola desde su concepción, su funcionamiento: la teoría de la división del trabajo, la producción, el comercio, el salario, el mercado, el intercambio, el dinero, los precios, el equilibrio etc., sin olvidarnos que ella, está en función del mercado a través de lo que lo economistas de antes(fisiócratas), llamaban la corriente circular. Para Adam Smith, existe un orden en los fenómenos naturales referentes a la economía (escuela de: Quenay, Ricardo, Hume, Locke) y que, para poder ser eficaz y beneficiosa, toda la organización social debía hacerse, adaptándose a dichas normas naturales. Si un sector deja de funcionar, contagia a los otros, la economía es un cuerpo social vivo, integrado interconectado, que se transmite y muta, repercutiendo hasta en el más mínimo detalle. La célula económica que empieza con el individuo, el agente consumidor y sus necesidades personales, vitales, axiológicas, etiológicas, sicológicas, sociales, sigue con la familia como suma de las necesidades individuales, terminando en la sociedad y con esta, su interacción, su interrelación permanente, porque el hombre es sociable por naturaleza, es en esa sociabilidad que se da el intercambio, en un principio directo mediante el trueque(M-M), en el cual el valor de las cosas estaba dado por la necesidad y satisfacción de un deseo. Eso obligo en el feudalismo medieval al rompimiento de los feudos, por la imposibilidad de sostenerlos, por los bajos tributos, obligándolos a abrirse, y dar paso, al comercio, es imposible que la monarquía lo cubra todo, es insostenible en el tiempo, hasta que el sistema cae, Nace el comercio (M-D-M), el intercambio de bienes sobrantes y la necesidad de producir algo para intercambiar y poder sobrevivir, y con éste, el dinero, como medio de cambio. Parar el comercio es volver al principio; el genoma de la economía, nos muestra interconectados, las partes tienen que ver con el todo y viceversa, sin eso paramos y morimos, desde la fisiocracia lo sabemos, por eso tarde que temprano, gradual y sectorialmente (In Situ), hay que abrir la economía, sino todos pereceremos, la economía y con esta la socialización; que es el aire que respiramos. Muere un sector neurálgico de la economía y morimos todos.  Cierra ese sector, cierra el proveedor de insumos y cierran los trabajos, no hay ingresos no hay compras, no hay demanda, no hay empresas, no hay economía, no hay estado. Somos una economía de mercado, un sistema interdependiente, con qué sistema lo reemplazaremos, volveremos al trueque, al comunismo primitivo, al feudalismo, al socialismo comunitario, o al capitalismo de estado de china. El problema no es el mercado, es     el mercantilismo rampante. Lo que hay que combatir decía Smith; no es la desigualdad, sino la pobreza, y dio las claves para vencerla, pero nos perdimos en el egoísmo, en el utilitarismo. Su objetivo era crear un sistema que beneficiara a todos al maximizar la riqueza y la productividad. Más y mejores productos e inventos, mayor comercio, mayores posibilidades de trabajar, mayor libertad, mayor riqueza para los estados (y con ello mayores posibilidades de ofrecer buenos servicios), Y lo logró. Si nos basamos en el nivel de vida de los países; a pesar de todo. Nosotros tenemos la infraestructura, la industria, solo es estar preparados para abrir y prender motores, bajo la hipótesis, de una economía Base Cero, entretanto ir repasando la cartilla Cepalina, para fortalecer los mercados internos, la base industrial y la producción local, es la oportunidad, de los innovadores, de los pensadores, de la juventud inteligente (no necesariamente la acartonada), y de la industria nacional, para resetearse, en un proceso de deconstrucción asistido, para renacer, y no permitir que una aparente revolución sanitaria, nos destruya. En toda la historia de la humanidad han existido plagas, pero aquí está la humanidad, en pleno S XXI. Sin embargo con mas conocimiento, mas progreso y más preparada. Nuestros científicos, nuestros economistas y dirigentes, no tienen la respuesta clara, a la crisis, estábamos; en la indiferencia, el egoísmo en la soberbia de los imperios, por ver quien domina al mundo, en el mercantilismo a ultranza, que nos hizo olvidar el verdadero sentido de la economía, y la solidaridad de especie de. A. Smith. No olvidemos, que fue filósofo y teólogo moralista, con influencia del pensamiento cristiano que decía: que es nuestro deber de seres libres, vivir para los demás, esperando que estos, a su vez, vivan para nosotros (el libre albedrio). El don más preciado; la libertad y hemos luchado históricamente por obtenerla, “El pobre no posee más patrimonio que su fuerza e industria; y el no dejarle ejercer estas facultades, cuando no perjudican a sus semejantes, es violar esta respetable propiedad y atacar abiertamente su libertad y de quien quiera emplearle. Porque, si uno no puede aplicarse a la tarea que quiere, tampoco los otros pueden valerse de quien los acomoda”.

Smith postula que el ser humano, como cualquier otro animal, no tiene otro motor que su propia supervivencia, su propio interés, sin más límite para lograrlo que su propia capacidad. Por tanto, cada individuo ha de ser responsable de sí mismo, no pudiendo culpar de sus desgracias, ni de sus éxitos, a nadie más que a él.

Con esta. La célebre cita de Marco Aurelio “lo que no es bueno para la colmena no puede serlo para la abeja”, y Smith replica, al revés: lo que no es bueno para el individuo no puede ser bueno para la sociedad. Cuando la historia demuestra, que la tendencia se vuelve en sentido contrario: se tiende a dar (trabajar) menos, resultando un colapso que afecta a todos los integrantes de la sociedad, y la cultura de la laboriosidad y la armonía social.

La riqueza de las naciones trata de plantear un sistema económico estable, que se basa en el beneficio de todos, mediante: buenos salarios, impuestos lógicos, inversión en las escuelas y en maquinarias; y protección en los mercados de la nación y no beneficio, de algunos, externalidades, que tristemente por fallas humanas, en el manejo del estado, incurren muchos países.

El libro basa buena parte de sus teorías en la realidad de una naturaleza humana innata y la máxima expresión de esta: la libertad individual. Smith postulaba que la tendencia primaria de todo ser humano es el amor a sí mismo y la búsqueda del bienestar y la felicidad en la vida. Dentro del ámbito del ser humano, la propiedad más sagrada es el trabajo, pues es el fundamento común para todas las demás propiedades.  Y el estado creado por la economía para dar orden y garantizar su funcionamiento; en muchas ocasiones desorientado, atravesado en la vía, es un impedimento de las libertades individuales, de la seguridad y el progreso o la riqueza de las naciones