“Nuestro enemigo número uno es la ignorancia; Y creo que el enemigo número uno para todos, es no comprender lo que está sucediendo hoy en el mundo”.Julian Assange

Jaime Humberto Ramírez Cadavid

Gran parte de la sociedad contemporánea vive envuelta en un terrible halo de credulidad, por un  sutil y fuerte  conformismo, donde se desvanece todo análisis y argumento de la realidad, para reducirlos peligrosamente a la unidimensionalidad, la manipulación emocional, la polarización, la mediocridad  y el engaño.

El bazar de los idiotas,  cuyo título está relacionado con el libro o novela literaria de Gustavo Álvarez Gardeazabal,   su contenido y significado es una perfecta analogía de nuestra sociedad circense, llevada a una crisis profunda en la que se ha perdido la concepción del ser humano, convirtiéndolo sin distinción de edad o condición en febriles marionetas que reaccionan mecánicamente a estímulos dados,  cuya programación está diseñada para sumirnos, como bien lo dijo Carolina Musa: “en la más profunda ignorancia ,en la más soberana idiotez”.

En la antigua Grecia el término  idiota era para el individuo que se resignaba a ocuparse de sus asuntos personales y no le inquietaba en absoluto los problemas sociales;  etimológicamente por tanto, la idiotez está asociada a una búsqueda de alienación, a una falsa independencia que se funde en la mala fe; hemos sido idiotizados, voluntariamente idiotizados, con mediocres aspiraciones, provocando ciudadanos cada vez más fáciles de manipular y de controlar en una cultura de enajenación mental.

“Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; no estoy seguro de lo segundo”. Albert Einstein

La modernidad  ha llevado a una crisis profunda en la concepción del ser humano, en la que se ha perdido su contenido y significado, concepción que ha sido moldeada por el mercado, la tecnología, los medios de comunicación, quienes difunden diversión y distracción permanente, diseñadas para que parte de la sociedad rehúyan por costumbre o convicción al pensamiento crítico y reflexivo, conduciéndolos a la deshumanización y a la pérdida de la singularidad humana.

El facilismo de la civilización de espectáculo, propicia una cultura del menor esfuerzo: mental, físico e intelectual, abruptamente permeada por múltiples mecanismos de distracción como YouTubers sin contenido, la vacuidad de la programación en franja estelar televisiva,
Tick Tock, entre otros, abandonándose en una actitud pasiva e inerte, en realidad es  el culto a la ignorancia.

 Las dos cosas terrenales más deseadas son el poder y la admiración, los hombres ignorantes no pueden conseguir ninguna de las dos, excepto por la posibilidad que les ofrecen las redes sociales de un reconocimiento a costa de la degradación o denigración del ser humano.

Hoy hay más información y paradójicamente, menos comprensión, este es el nuevo tipo de analfabetismo, promovido por las redes sociales, las cuales fomentan un pensamiento superficial. Es necesario rescatar el Pensamiento crítico, para que estas nuevas formas de educación liquidas y fluctuantes, no continúen generando la ceguera del conocimiento y la falta  de sentido común.

La ignorancia puede ser curada, pero la estupidez es eterna”. Nicolás Maquiavelo

El valor del conocimiento que se merece adquirir, es aquel que resulta aplicable a algún aspecto para la vida y al servicio de la comunidad, el que busque nuevas formas, producto de la imaginación, la investigación,  y la creatividad; la generación  de nuevos conocimientos, es la razón de ser  de la producción intelectual;  el aula para el estudiante, el entorno para el adulto, debe ser el laboratorio ideal  que propicie  esta transformación del conocimiento.

El conocimiento útil es el pensamiento con acción y la acción con pensamiento, la acción favorece y es mejor cuando surge de una profunda comprensión, desde la ecología humana, desde el sentido humano, La sabiduría brota más fácil de las grandes percepciones combinadas con la emoción impersonal, -pensamiento- emoción-acción-.

La necesidad de una educación crítica y emancipadora  llevará al ser humano a reconocer y exigir un cambio transcendental en aquello que nos aniquila interiormente y que debe confrontarse en los planes sociales, políticos,  educativos, filosóficos y científicos.

De ahí la urgencia de desarrollar nuestro papel con entera responsabilidad como padres, maestros,  gobiernos, ciudadanos,  para no quedar sometidos en la unidimensionalidad, ni en la universalidad de cierta esclavitud.  Urge la necesidad de avalar o vetar estos lenguajes maniqueos,  que crean la ceguera del conocimiento y que nos empobrecen  nuestra ecología existencial.

Jaime Humberto Ramírez Cadavid

Esp. en Ciencias Sociales y Políticas

Asesor Pedagógico en calidad educativa