Educar para la paz parte de la idea de la formación de la conciencia colectiva para la paz, a partir de la familia, la escuela, el colegio, la empresa, la universidad y la sociedad, si queremos educar con eficacia al pueblo colombiano.

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Frente a la tradicional transmisión de valores belicistas en la educación de los colombianos, hoy en día se sebe que es posible educar en la democracia para la paz y que esto puede hacerse de una manera participativa y eficaz.  Por este motivo la educación democrática para la paz se ha convertido en uno de los principales temas transversales del currículum y del gobierno escolar, un tema que debe ser contemplado en todas y cada una de las áreas fundamentales que componen la enseñanza primaria, secundaria y universitaria, y que debe estar presente también en el resto de los componentes fundamentales que se esbozan en el Proyecto Educativo Institucional.  Por la misma razón atañe a todo el colectivo directivo y docente, cuyo papel en la educación de las nuevas generaciones hace que se vea implicado en la preparación de los jóvenes para vivir y crear una sociedad más justa, democrática y equitativa.

La paz, por tanto, se concibe en la actualidad como una realidad posible y positiva que no consiste simplemente en la ausencia de guerra y de violencia, sino como una consciencia social y participativa, y una forma de vida que se caracteriza por el rechazo a la violencia y al vandalismo como manera de resolver los conflictos y por el establecimiento de una dinámica de búsqueda de la justicia a través del diálogo y de la cooperación.  Si bien es cierto que esta visión democrática constituye una utopía, es decir, un fin ideal, también hay que decir que no puede confundirse con una quimera, con un fin ilusorio e irrealizable.  La utopía es un fin que se trata de alcanzar, un ideal que orienta la actuación.

En la Colombia de hoy, la educación para la paz y el fortalecimiento de la democracia se sustenta en el concepto de evolución social y de la creación del gobierno escolar, que en este tema en concreto se presenta como fruto de la evolución de la conciencia colectiva y de su más clara manifestación: La opinión pública.  Ahí es donde entra en juego la educación.

Otro concepto estrechamente relacionado con la educación democrática para la paz es el de la aceptación de la complejidad de la vida social, un elemento irrenunciable de la realidad colombiana.  Solamente se puede comprender a Colombia en estos momentos, analizando y entendiendo su complejidad.  La complejidad creciente en una característica del devenir de la humanidad y esta halla a su vez en la complejidad nuevas soluciones para problemas nuevos.  No es posible, ni deseable, tratar de dar la espalda ni reducir el grado de diversidad del entramado social, pues este intento -la historia lo ha demostrado en demasiadas ocasiones como para ignorarlo- conduce a soluciones políticas y socialmente autoritarias o dictatoriales.

Una vez establecidas las bases teóricas de la educación democrática para la paz, hay que entrar de lleno en qué consiste ésta.  Se concibe como la educación de las actitudes que han de hacer posible la implantación de una cultura participativa de paz: El diálogo, la cooperación, la empatía, el respeto hacia uno mismo y hacia los demás, la adhesión a los derechos humanos como derechos inherentes a la persona, la comprensión de la complejidad, el rechazo a la violencia, al crimen y al vandalismo; la valoración de las aportaciones personales a la construcción del futuro, etc.  El desarrollo de estas actitudes en la escuela, el colegio y la universidad debe llevarse a cabo teniendo en cuenta la necesidad de clarificar los fines educativos y de utilizar métodos coherentes con ellos.

Desde esta perspectiva quiero proponer cuatro supuestos básicos de la educación democrática para la paz.  En síntesis, son los siguientes:

  • El conflicto no siempre se puede o se debe evitar. Pero la aparición del conflicto no significa que se desencadene o se trate de resolver con la violencia, el vandalismo y el crimen.
  • La evolución de la humanidad colombiana hacia estadios más justos y fraternales es un bien al que se debe aspirar. A los colombianos se le presentan horizontes opuestos ante los cuales debe optar.
  • La persona como sujeto independiente y como sujeto social es el valor determinante. A través de ella se inician los cambios sociales que tienen como objeto mejorar la vida de todo el colectivo social, sin exclusiones.
  • La naturaleza de los problemas que enfrentan algunas regiones de Colombia, o grupos humanos contra otros ha cambiado. Pero sobretodo tiene que evolucionar, sin escatimar esfuerzo alguno.  La conciencia que se tiene de cómo afrontar los conflictos de una manera eficaz y así, el uso de la fuerza, que nunca ha demostrado constituir ninguna solución, ya no se contempla ni siquiera como el mal menor al que se ha de recurrir cuando se produce un conflicto, por muy crucial que éste pueda ser.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                   Medellín, marzo 10 de 2023