Por:  IVÁN  ECHEVERRI  VALENCIA

El  primero de mayo de cada año se conmemora el Día Internacional del Trabajador en homenaje a un grupo de sindicalistas que fueron ejecutados y penalizados en el año de 1886, en la ciudad Industrial de Chicago, cuando dieron inicio a  una huelga, exigiendo mayores garantías laborales, entre ellas  la reducción de las 16 horas de trabajo diario

Este conflicto se extendió por varias ciudades en las que participaron más de  400.000 trabajadores en las que se dieron varias muertes. El día cuarto de la huelga se dio un acto terrorista contra la policía, suceso que fue llamado como “el  atentado de Haymarker”.

En el mes de junio,  varios obreros fueron llevados a juicio, a unos se les condenó a cadena perpetua, a otros a trabajos forzados y a 5 a la pena de muerte en la horca. Estas personas se convirtieron en los Mártires de Chicago.

Este día no pasa desapercibido en muchos países mundo, en los que se llevan a cabo marchas y festivales con airados discursos de tinte izquierdista que casi siempre terminan en disturbios y en enfrentamientos contra la policía.

Este año va a ser muy sui generis por la época en que estamos a causa del virus chino que nos tiene confinados a estar en nuestras casas desde comienzos de mes de marzo.

Virus que se convirtió en un santiamén en una tenebrosa pandemia, sin estar el mundo preparado para combatirlo ni curarlo, generando un caos sin precedentes y un enorme miedo por la inmensa facilidad de contraerlo.

La crisis originada por el coronavirus ha tocado a muchos países comenzando por los más encopetados y siguiendo por los más pobres dejando una estela de muertos, de miseria, hambre, desempleo, desescolarización  de los niños, jóvenes de secundaria, universitarios y puesto en jaque a los servicios de salud.

Hoy todas las economías han decrecido y con ello el aporte al PIB, en donde muchas empresas están cerrando, líneas aéreas en grave situación, los hoteles, el turismo, sector inmobiliario, restaurantes y bares, sector artístico, los trabajadores informales, el área de negocios y el comercio general, están siendo seriamente golpeados por el aislamiento social obligatorio.

Punto aparte merece  el desempleo y confunde más el observar el informe de la OIT sobre América Latina, donde señala que en el año 2019 el número de desempleados ascendió a 25 millones y, vaticinaba que para el 2020, este aumentaría a 27 millones, sin contar con  la debacle originada por la pandemia china.

El efecto del coronavirus será mortal sobre la economía y el empleo a nivel mundial y superará con creces  algunas otras crisis financieras vividas en el pasado. La Organización Internacional del Trabajo, advierte que en segundo trimestre se perderá aproximadamente 195 millones de puestos de trabajo.

En solo Estados Unidos ha quedado sin empleo más 30 millones de personas, lo mismo ocurre en Alemania donde se han quedado  mirando para el páramo más de dos millones de trabajadores.

Colombia, en el mes de marzo la tasa de desempleo aumentó en más del 12%  y tiene el 46% de los trabajadores en sectores de mayor riesgo de contagio que obliga a los cierres, llevando seguramente al sector productivo y comercial a una  asfixia económica sin precedentes.

El día del trabajo será un día sin trabajo, de mucho aislamiento social para proteger la vida, la de nuestros familiares, amigos y vecinos. Será un día de mucha pesadumbre por quienes han perdido el empleo o están a punto de que esto suceda.

El futuro es incierto y escabroso por lo que se necesitará de mucha unión que aligere el paso por el mal camino; se requerirá de mucho compromiso, desprendimiento y solidaridad del gobierno, empresarios y trabajadores para poder pasar este trago  amargo que nos ha traído la maldita pandemia.