Por Iván de J. Guzmán López
Hoy, 9 de febrero de 2025, como todos los 9 de febrero, celebramos el día del periodista. Sin duda, una celebración necesaria a la democracia pero, esta vez, honestamente, a mi juicio (desde hace ya algunos años atrás), es una celebración “agridulce”, con tablados, discursos grandilocuentes, brindis y almuerzos, más parecido esto a un acto de circo que de gremios respetables y comprometidos con la verdad y el profesionalismo. Fui presidente de varios gremios de prensa de la ciudad, y ahora, con dolor, no puedo menos que escribir estas notas, porque la realidad que vivimos es hoy un atentado alevoso contra la profesión, la ciudad, el país y la democracia misma, que no se debe ocultar.
¡Nuestra celebración es agridulce!
Es dulce, ¡cómo no!, celebrar la profesión, el oficio de periodista, nuestra esencia misma al graduarnos de comunicadores o periodistas. Y digo, también, “agri”, porque hace ya buen tiempo, un grueso número de periodistas y gremios locales y nacionales, viven y engordan a la sombra de engañosas consignas como: “periodismo responsable y libre”, “la verdad y nada más que la verdad”; “periodismo de frente”, “Periodismo de cara a la comunidad”, y otra sarta de trapacerías, infundios o falacias que engañan a la comunidad. Así, nos encontramos “periodistas” y organizaciones de prensa ocultas bajo el manto cochambroso de lo “no gremial”, para medrar de almuerzo en almuerzo o de puesto en puesto, que ejercen con absoluta sumisión y cero profesionalismo, sin importar la hipoteca implícita de la deontología del periodismo, ajenos a la vergüenza, alejados de la ética, de la independencia, aceptando una mordaza barata, corrompida, sucia. Y con la desfachatez diaria de invocar y citar con frescura sorprendente a referentes del periodismo como Ernest Hemingway, Ryszard Kapuściński, Gerda Taro, Gabriel García Márquez, Guillermo Cano, Juan Gossaín o Javier Darío Restrepo, periodistas estos, entre muchos otros, que pusieron frente a los ojos de los lectores, oyentes o televidentes, la realidad de una ciudad, un país, un mundo complejo, lleno de corrupción, atentados y conflictos.
Para estos “colegas”, los 5 referentes del periodismo, valga decir: Verdad y Precisión, Independencia, equidad e imparcialidad, Humanidad y Responsabilidad, son simples baratijas, fáciles de botar a la escombrera.
Ya lo vivimos durante las administraciones nefastas de las alcaldías de Sergio Fajardo, Alonso Salazar, Aníbal Gaviria Correa y Daniel Quintero Calle. En esta última, muy especialmente, vimos colegas arrodillados, con el marido “trabajando” para el Área Metropolitana, con hijos en TeleMedellín, parientes, o ellos mismos, en el Inder, en la Secretaría de Educación, o en Empresas Públicas de Medellín, dependencias donde se cometieron toda clase de fechorías que estos colegas, cooptados por el poder del denominado Pinturita, no podían denunciar con independencia, con ética, con rigor, con respeto a su deontología o con estima por sus colegas, dejando de lado, sin rubor alguno, la obligación evidente que contrae cualquier periodistas con una ciudad abandonada, saqueada por la corrupción y el desgreño administrativo vivido entonces.
Algo muy parecido, y en oportunidades peor, es lo que ocurre ahora, bajo el gobierno de Gustavo Petro y su prometido “cambio”, en algunos canales públicos (donde más que informar lo que se hace es desinformar, presentando “noticias” irrelevantes, intrascendentes, de crímenes, robos de cachivaches, pelea de suegras o vulgar farándula, para ocultar la verdad verdadera, aquella que da cuenta de la realidad del país, la que informa y forma opinión. Y qué decir de los canales públicos o dependencias nacionales como RTVC (otrora faro de cultura y colombianidad), donde las noticias claves se ocultan; se esconde la corrupción más rampante y conocida o se desdibujan los acontecimientos, en un esfuerzo por “cubrir la espalda” del personaje responsable del cambio, la prosperidad y la transparencia. En estos medios, debo decirlo, los periodistas son pobres peones al amaño de Hollman Morris, por ejemplo, que aunque denunciado muchas veces por maltrato a periodistas y hasta por acoso sexual, entre otras cosas, hace y deshace a sus anchas con la protección del gobernante, manejando el canal público como simple negocio de propaganda del régimen y sin miramiento alguno de la ética y el bienestar de la comunidad.
Agridulce celebración es ahora el día del periodista. Consecuente con esta realidad, acepté la invitación de buenos amigos para, ayer sábado 8 y hoy domingo 9 de febrero de 2025, hacer un delicioso recorrido por pueblos entrañables de nuestro querido Suroeste antioqueño, como Caramanta, Valparaiso, La Pintada y Bolombolo.
Dulce es recorrer nuestra geografía y nuestros pueblos, llenos de gente honesta, laboriosa y ética.Agridulce es para mí, ahora, la celebración del día del periodista