Por: Jaime Humberto Ramírez Cadavid

El fracaso escolar es sin duda alguna un tema que nos toca a todos y nos duele profundamente, al escuchar  en los medios de comunicación anuncios promocionales de matriculaton en distintas ciudades, vemos como las estrategias por mejorar cada día a nivel educativo han fracasado y nadie quiere fracasar, ni el niño o adolescente que tuvo que desertar, ni los administradores de la educación, quienes implementan planes y proyectos cada día, ni las mismas instituciones educativas, responsables del quehacer educativo. Analizar las causas de esta problemática, nos lleva a profundizar en sus anclajes políticos, estructurales, culturales y propios de los sistemas, las escuelas y sus prácticas. 

El desencanto por la educación está marcado por el hambre, por la inequidad, por el bienestar, por la necesidad y afán por enriquecerse, por la impronta generalizada en los medios “no se necesita ir a la escuela  para vivir bien”, por falta de apoyo en sus dificultades, por el abandono familiar, por la exclusión de un grupo, por el bullyng o acoso al interior de las instituciones educativas, el descontento con la calidad del sistema, estas y otras más, son las razones que llevan a la deserción escolar, para algunos se cumplen no solo una, sino varias circunstancias que llevan a que un padre de familia no matricule sus hijos o un adolescente decida no volver a una institución educativa. 

Lo primero que se puede evidenciar es que el abandono y la deserción se dan en los sectores socioeconómicos menos favorecidos y que sean las distintas razones propias de su entorno, hay una gran responsabilidad en las dinámicas institucionales que terminan por aniquilar la confianza y el deseo de aprender.  

El libro de pinocho es una reflexión sobre la sociedad, la injusticia, la corrupción, sobre el menos favorecido, sobre lo que es ser humano, crecer y transformarse, pero también es una verdadera sátira a la escuela; ¿para que ir a la escuela?, al igual que pinocho muchos jóvenes hoy en día abandonan sus estudios porque ven oportunidades laborales, porque pueden vivir una aventura, porque pueden obtener ingresos económicos, por un sin número de circunstancias, que si bien al interior de las instituciones también pueden llegar a ser tratados como “burros” , por fuera de ellas también reciben elogios, también se divierten, también aprenden y también  reciben una retribución económica que solventa sus necesidades, lo que lleva a la preferencia de estar en otros espacios diferentes a una Institución Educativa. 

Son variados los estudios que se han realizado a nivel Colombia y Latinoamérica sobre este fenómeno y es un gran reto para todos los gobiernos, en especial para los ministerios de educación, quienes son los encargados de generar igualdad de oportunidades por medio de la educación, reciente fue el lema del presidente Gustavo Petro: “garantizar la educación pública, gratuita y de calidad para niños, niñas y jóvenes”.  Uno de los temas clave en los que se enfoca es en mejorar el acceso y la permanencia, y para eso plantea la búsqueda activa de población desescolarizada, transporte pertinente, seguro y continuo, el apoyo a las familias cuando sea necesario para evitar que los motivos económicos sean excusa para dejar de estudiar, la alimentación adecuada, así como la ampliación y mejoramiento de la infraestructura  

Si bien todas estas estrategias propuestas ayudan a reducir las problemáticas no se mitigaría en un alto porcentaje, ya que un alto índice de deserción se da por las dinámicas que se viven al interior de las instituciones educativas, por sus prácticas educativas, el acoso no solo de otros compañeros, sino también de algunos maestros, que con una sola frase pueden matar las ilusiones de un niño o de un joven. Que un joven abandone sus estudios por razones internas a nivel institucional, es más complejo de solucionar, ya que el blindaje adquirido por la autonomía escolar pero también por el hermetismo dogmático, dificultan procedimientos desde nivel central.

En todos los estudios y análisis realizados, incluso desde el Ministerio de Educación, se ha podido evidenciar que los factores escolares e institucionales son los que más influyen en la deserción estudiantil y que asociados con los escasos recursos económicos de sus familias, aumentan la probabilidad de abandono de los estudios. Desde esta perspectiva es preocupante que algunos colegios y/o universidades, instituciones que deben actuar como un ente social, en la práctica adquieran el carácter de disociador.

Propender por encontrar la ruta para el mejoramiento en las relaciones interpersonales, en las practicas pedagógicas, en una escuela o institución que armonice la educación y la formación, esa escuela como punto de equilibrio de las familias y la sociedad; una verdadera eco escuela, es lo que debemos aterrizar.

¿Cuál es el papel real de la educación?, ¿Cuál es el papel real de las instituciones educativas y su vínculo con las relaciones humanas dignas y con una sociedad culta y decente? ¿Dónde está la conexión con la inclusión social?  

Los principios de la educación cada día están más en desgracia, están muertos, sólo existen en sus voluminosas y bien citadas obras de arte llamados: planes decenales de la educación, planes de mejoramiento institucional y Proyectos Educativos Institucionales. 

Por qué no repensar en esas formas, en esos currículos, en esa inclusión del ciudadano a la sociedad, como un ser libre, autónomo, perfilado y hábil para lo que más se le facilite

¿Para qué tantos estudios y análisis, sino tienen verdaderas estrategias de cambio?

Educar no es sólo estar informado. Es hora de dinamizar la educación.

Las escuelas y colegios, tienen que ser espacios para que un estudiante sea feliz, para  que sea libre, para que sea pensador, para que se le potencialice las capacidades innatas o adquiridas por gustos o contextos socio culturales, para que los estudiantes inventen, recreen otros escenarios,  que les permita una sana construcción personal e interpersonal, que  sueñen y plasmen ese sentir en sus propias vidas.

Jaime Humberto Ramírez Cadavid – 

Esp. en Ciencias Políticas – Asesor de Calidad Educativa