Por: Balmore González Mira

Cuando el maestro Darío Echandía, Liberal por demás, dejó en la conciencia de los colombianos esta máxima, nunca se imaginó que día a día tendría más vigencia y que fueran los más altos tribunales y magistrados los que la refrendarían en sus fallos y sentencias. Cafre no es más que el ser humano cínico, inescrupuloso, indecente y mal nacido que el político y filósofo hijo de Chaparral – Tolima quiso describir y que al final se convierte en un delincuente con su accionar encubierto.

Y es que solo pensar que en Colombia se haya aprobado el Aborto para que nos vean algunos en el mundo como el quinto país más moderno en su legislación en esta materia y que obtengamos el nada apreciable primer lugar en América latina en permisividad en el mismo solo para decir que aquí sí hay unos magistrados “sabios, modernos y de avanzada”, puede tener un trasfondo político-jurídico diferente como que la retroactividad de esta sentencia sea aplicada por todos los jueces, especialmente los de la JEP,  a los casos de violación y aborto practicados por los terroristas de las farc a miles de niñas que fueron sus víctimas y puedan quedar exonerados completamente de sus crímenes atroces y llegar muy pronto después de ser Congresistas a ser también los magistrados que “requiere este país “y hasta a gobernarnos de manera impoluta.

Personalmente apoyo el aborto en casos excepcionales, por ejemplo cuando hay malformación del feto científicamente comprobado a través de estudios serios y ayudas diagnósticas, cuando está en riesgo inminente la vida de la madre o cuando el embarazo es producto de la violación (diferente a lo que ocurría con las farc dónde violaban a las niñas y ellos mismos las sometían a inenarrables vejámenes, para supuestamente borrar el primer delito). Todo esto obviamente bajo el debate permanente de que el aborto clandestino es un problema de salud pública absolutamente grave. Pero como dicen algunos, el aborto no se puede convertir en el método legal de planificación de las nuevas generaciones.

Si comparamos algunas normas colombianas que prohíben ciertas conductas frente a la de permitir el crimen de niños a través del aborto, no podríamos decir que Colombia es un país de locos, porque realmente podríamos afirmar que es un país de cafres.  Se prohíbe dar un castigo con correa (chancleta, la que usaban las mamás para castigar anteriormente) pero se permite asesinar un niño que está por nacer; se prohíbe vender empanadas en la calle, se prohíbe que una pareja se esté besando entre un carro (como un acto de amor y no de violación); se prohíben las corridas de toros por maltrato animal, pero se permite que un bebé ya formado de seis meses de gestación sea asesinado en el vientre de su madre o luego de extraerlo. Este es el país donde a la mamá que están amamantando a sus bebés se les prohíbe hacerlo en público, pero se les permite asesinarlo en su vientre; este es el país donde se prohíbe o se intenta prohibir que en los colegios un joven consuma gaseosa pero se le autoriza  que consuma su dosis personal de marihuana.

Claro que también es el país donde los que secuestraron,  asesinaron, violaron y dejaron huérfanos por todo el territorio nacional, sembrándolo de terror y sangre, ahora son los que legislan desde el congreso y manipulan a quienes les juzgan y perdonan todos sus delitos. ¡Por Dios, que cuando llegue el demonio en persona, nos encuentre a todos confesados!

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