Por: Sergio Zuluaga Peña.*

Nuestro mundo cada vez más complejo parece eludirnos. Calentamiento global, interrogantes sobre el inicio y el final de la vida, la evolución vertiginosa de las biotecnologías, la distribución desigual de la riqueza, las presiones migratorias acentuadas … La tentación es grande para una vida moral plegada sobre sí misma desde una ética mínima: “Haz lo que quieras, siempre que no pongas en peligro la libertad de los demás”. Sugerimos tomar el punto de vista contrario: defender la idea de una ética que nos sumerja en nuestra realidad social y política, entre nuestros semejantes y con ellos. Y para eso volvemos a preguntarnos qué es lo correcto, qué es bueno. Sin empezar de cero, sin reinventarlo todo.

*𝙰𝚋𝚘𝚐𝚊𝚍𝚘, 𝙿𝚑𝙳 𝙳𝚎𝚛𝚎𝚌𝚑𝚘, 𝙼𝚊𝚐í𝚜𝚝𝚎𝚛, 𝙻𝚎𝚐𝚊𝚕𝚝𝚎𝚌𝚑, Mercadólogo, 𝙰𝚎𝚛𝚘𝚗𝚊u𝚝a.