Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS      

 La aspiración del pueblo antioqueño a vivir una vida sin vandalismo, narcotráfico, guerra y violencia representa el objetivo de nuestra permanente lucha.  No hemos de defraudar la importante tarea de defendernos de la extrema izquierda y grupos ilegales, ni mucho menos empañar la misión de colombianos.  La importante tarea de los antioqueños y la aspiración del pueblo de todas las clases sociales, políticas, económicas y culturales, en todo el departamento, constituyen un enorme estímulo para que hagamos bien nuestro trabajo como gobernantes, educadores, empresarios, hombres y mujeres de bien; tomar consciencia de la gran responsabilidad que recae sobre nuestros hombros para construir la armonía y la sana convivencia sin temores ni vacilaciones.

Defender a Antioquia es una gran responsabilidad que debemos asumir con la patria y con nosotros mismos.  Antioquia no puede ser inferior a sus mayores retos en el compromiso ineludible de contener las fuerzas extremistas de izquierda e ilegales, de todo pelambre, que pretenden volverla trizas.  Antioquia ha hecho contribuciones imperecederas al progreso de la civilización humana y no está dispuesta a involucionar.  Hoy, estamos viviendo y sintiendo múltiples penalidades de orden político, económico, financiero, social, cultural y educativo que nos pueden llevar a estados de desesperanza, por lo tanto, nos debemos organizar ética y civilizadamente para la defensa de nuestros principios, políticas, convicciones y patrimonio público.

Los grupos ilegales y de extrema izquierda están unidos para avanzar en su gran propósito de desestabilizar a Colombia de una manera irracional, violenta, guerrerista, vandálica y suicida.  Antioquia debe avanzar hacia la prosperidad y la fortaleza, abriendo el camino de la paz en las perspectivas de una brillantez, legalidad y transparencia sin precedentes.  Nuestra responsabilidad consiste en unir y dirigir a todas las fuerzas vivas del pueblo antioqueño en la toma del relevo histórico, para continuar nuestro esfuerzo en la lucha por hacer realidad la gran revitalización de nuestras instituciones públicas y privadas, con el objetivo que la estructura axiológica de los antioqueños pueda mantenerse independientemente con mayor firmeza y fuerza entre las demás que existan en Colombia, para fortalecernos en la contribución de construir la patria y la Antioquia que soñamos.

Esta gran responsabilidad es la responsabilidad ante el pueblo y, Antioquia es nuestro gran  pueblo.  En el prolongado curso de la historia, el pueblo antioqueño, apoyándose en su laboriosidad, valentía y sabiduría, ha venido creando una significativa sociedad valórica de convivencia armoniosa para todos, y ha cultivado una cultura excelente de larga existencia, pero cada día es más lozana, por ello, no podemos permitir que los malos hijos de Colombia la reduzcan a cenizas.  Nuestro pueblo antioqueño ama la vida y anhela tener una educación mejor, trabajos más estables, ingresos más satisfactorios, una clase dirigente líder e inspiradora, seguridad social mejor garantizada, servicios médicos y sanitarios de un nivel más alto, condiciones habitacionales más cómodas y un medio ambiente natural más bello; al mismo tiempo que espera que sus hijos crezcan, trabajen, estudien y vivan mejor.

La aspiración de los antioqueños hacia la defensa de la paz y la justicia representa el objetivo de nuestra lucha cotidiana.  Toda felicidad humana necesita apoyarse en el trabajo laborioso y el respeto por la diferencia para crearse y desarrollarse.  Nuestra responsabilidad radica en unirnos y que los gobernantes dirijan al pueblo de todas las etnias existentes, continuar emancipando la mente, persistir en el cambio y apertura democrática; liberar y desarrollar ininterrumpidamente las fuerzas productivas sociales, esforzarnos por resolver las dificultades de las comunidades en la producción y la vida y seguir firme e inquebrantablemente el camino de la prosperidad conjunta.

La gran responsabilidad de los antioqueños es la responsabilidad ante la conservación de la justicia, la libertad y la paz.  La indiferencia ante los intereses mezquinos y suicidas de la extrema izquierda y los grupos ilegales nos pone de carne de cañón ante la desesperanza, la guerra, la miseria, el crimen y el narcoterrorismo.  Tenemos razones y motivos más que suficientes para sentirnos orgullosos de ser colombianos con corazón antioqueño.  No es permitido que nos lleguemos a dormir en absoluto en los laureles del pasado.  Bajo la nueva situación y crisis que padecemos, nuestro pueblo se enfrenta a numerosos y difíciles desafíos.  El pueblo antioqueño es y será creador de su propio destino.  Comprendemos profundamente que la fuerza individual es ilimitada, pero no hay dificultad insuperable siempre y cuando nos unamos como un solo cuerpo y actuemos con la voluntad unánime de todos; el tiempo laboral de cada antiqueño es limitado, pero la capacidad del servicio de todo corazón al pueblo es ilimitado.

Definitivamente, los  gobernantes deben de tener el corazón unido al pueblo, luchar unidos por el pueblo, compartir las penas y alegrías con el pueblo, dedicar día y noche al servicio del pueblo, trabajar con diligencia, esforzándose  por dar una respuesta digna, ética y civilizada al pueblo.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS               –               Medellín, septiembre 11 de 2020