Pedro Juan González Carvajal
Parece mentira pero estamos a pocos días de terminar este primer semestre del 2024, plagado a nivel internacional de noticias terribles alrededor de la Franja de Gaza, del conflicto Ruso-Ucraniano, de los desastres provenientes del cambio climático, de las masacres y atentados que se generalizan a nivel planetario, del juicio a Trump, de la salud del Papa Francisco, entre otros varios titulares que por lo recurrentes se vuelven sosos y pierden fuerza al disminuir su atención entre los humanos de todas las latitudes, físicamente por cansancio.
Ni que hablar de lo que sucede en la parroquia: Petro trina y trina Petro. Que apagón sí, que apagón no, los escándalos por corrupción se multiplican como verdolaga en playa y no pasa nada, a no ser el amarillismo mediático temporal, las malditas “Disidencias” siguen haciendo de las suyas, los pretendidos diálogos con el ELN siguen “Viento en popa hacia la deriva”, las masacres siguen en aumento, así como los asesinatos siempre impunes de líderes sociales, padecen de atentados cada vez más frecuentes nuestros soldados y policías que parecen abandonados a su suerte en pueblos no tan lejanos, el desprestigio de la clase política parece no tener límites y la manera como se discuten, se aprueban o se desaprueban los Proyectos de Reforma del Gobierno, dejan para todos, muchas dudas sobre la claridad de sus procedimientos de aprobación. El triste saldo es que, en el imaginario colectivo, el Estado está perdiendo presencia y peso en cada vez una mayor extensión de nuestro territorio. No se nos puede olvidar la aparición del peligroso embeleco presidencial, de la posible convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, que como mínimo, será un gran distractor y un gran consumidor de energías. Llegan a ser protagonistas por sus desafueros y delitos, apellidos de personajes desconocidos y nefastos para el país.
En llegados a este punto del calendario, aparecen el circo local y el circo planetario: Ya en Colombia se adelantan los cuadrangulares finales del Torneo Profesional de Fútbol Colombiano, con la ausencia de mi muy amado Atlético Nacional, que ha realizado uno de los osos más peludos de toda su historia. Los Gobiernos locales tramitan ante Asambleas y Concejos sus mal llamados Planes de Desarrollo, en su mayoría desfinanciados y disfrutamos de varios “puentes festivos” en el País del Sagrado Corazón.
Estamos recién pasadas la Europa Ligue y la Champions Ligue que son torneos internacionales que para un país subdesarrollado como el nuestro son aproximaciones ciertas a la denominada Globalización.
Arranca en forma el calendario ciclístico internacional de ruta y ya obtuvimos el subcampeonato del Giro de Italia, quedando a la espera del Tour de Francia y la Vuelta a España.
Ahora comienzan los Olímpicos de París, la Copa América y la Europa Ligue y los avivatos de siempre a lo largo y ancho del planeta aprovecharán la distracción y la entretención colectiva para hacer sus fechorías y tomar decisiones de las cuales nos daremos cuenta cuando comencemos a padecer sus efectos nocivos.
Pareciera que nuestro destino en este momento histórico fuera signado como esclavizados a una noria. Terminamos un año, empatamos con otro, el tropel del día a día nos absorbe y cuando menos pensemos estamos ad-portas de despedir un año que nos pasó como un huracán, nos dejó cosas buenas, regulares y malas y finalmente nos consumió un año más de vida.
Para el segundo semestre, las noticias estarán girando alrededor de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de Norteamérica, los juicios a Trump, las guerras entre Israel y Hamás, Rusia y Ucrania y cualquier otro zaperoco que reviente, las catástrofes ocasionadas por la temporada de huracanes en el Atlántico occidental, la mitad del período de Petro, el juicio al expresidente Uribe, los trinos de Petro, el desgaste con lo de la pretendida Asamblea Nacional Constituyente y una serie de sucesos y acontecimientos que lamentablemente seguirán apareciendo como la realización de nuevas masacres, nuevos asesinatos de líderes sociales, atentados contra la fuerza pública, escándalos y más escándalos por corrupción y eso sí, una verdadera avalancha de entrevistas y declaraciones a funcionarios, dirigentes e implicados, que finalmente no sirven para nada.
Somos macondo, el país de la verborrea.
¡Qué cansancio! Uno no necesita tener las bolas de cristal para más o menos saber con certeza cuál es el camino que tendremos que seguir recorriendo, desafortunadamente.
Lo que es cierto es que este país y nosotros sus habitantes tenemos una capacidad de aguante que raya en lo macondiano.
Recordemos a García Márquez con su sentencia en Cien años de soledad: “Era como si Dios hubiera resuelto poner a prueba toda capacidad de asombro, y mantuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación, hasta el extremo de que ya nadie podía saber a ciencia cierta donde estaban los límites de la realidad. Era un intrincado frangollo de verdades y espejismos…”.