Por: Balmore González Mira

Hace un año exactamente, llegó el rumor, la orden, la realidad, la pandemia. Primeros contagios en el país y con ellos la famosa cuarentena. Encierro total, confinamiento. Cierre de empresas, desempleo, hambruna, atracos, súplicas de mendicidad, desespero, desesperanzas. Enfermos, camas UCI, muerte, desolación, dolor, ausencia de seres queridos.

Solidaridad, esperanza, reinvención, reapertura.  Tapabocas. Legados de la pandemia. Fuimos atrapados por una nueva realidad mundial y comenzaron las mascarillas de múltiples colores y diseños.

Hoy evocamos el tiempo en que no usábamos tapabocas o mejor mascarillas, porque este minúsculo accesorio de protección de tela o desechable no ha sido suficiente para tapar las bocas del agravio, del insulto, de la diatriba y de la insensatez. El mensaje hoy a la humanidad es que use la mascarilla para evitar el contagio del covid-19 y  el tapabocas para parar la pandemia de la calumnia, del comentario dañino, de la crítica destructiva.

Por eso creemos que muchos aprovecharon la necesidad de usar mascarillas para tapar su intención de producir daño con sus comentarios, en vez de haber utilizado tapabocas para callar por siempre sus blasfemias.  

Hoy quisiéramos, como antes, mirar completos los rostros y los gestos ajenos, no sólo los ojos, porque aunque como dice el viejo cuento, los ojos son el espejo del alma, hasta esto mismo ha quedado revaluado, pues ya no son suficientes para leer la maldad o la bondad, hoy tenemos que decir que como era de maravilloso cuando no teníamos tapabocas, pero también tenemos que asegurar que a algunos les hacen mucha falta, si realmente los usará multipropósito, para no dañar la honra de muchos y con sus comentarios dañinos derrumbar en un segundo lo que a veces ha costado una vida poder edificar. Muchos, deben usar esa mascarilla como una verdadera tapa para las bocas.

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