Por: Sergio Zuluaga Peña.*

“Disrupción” es una palabra muy usada  en el mundo moderno empresarial, pero que podemos trasladar al liderazgo social y político de nuestra  nación donde hay escasez tanto de ideas disruptivas como de líderes políticos disruptivos. Las autoridades locales y los servicios del Estado se enfrentan a múltiples desafíos: crisis de las finanzas públicas, aumento del gasto social, creciente desconfianza hacia la ciudadanía, etc., que necesitan respuestas inmediatas y a largo plazo,  innovadoras y efectivas. 

Uno de los desafíos más difíciles para cualquier líder es conseguir nuevas ideas y con ellas  ganar el apoyo. La aceptación de las mayorías  suele ser una lucha y, como  resultado, las nuevas ideas y poderosas a menudo se atascan. Ser un líder innovador en la sociedad y especialmente con responsabilidad política implica tener claras ideas que se basen en una “estrategia de innovación”, para ello se debe analizar las limitaciones de la innovación en nuestra sociedad, prever obstáculos y oportunidades y desarrollar una visión compartida. Por otro lado necesita desarrollar un proceso para gestionar las demandas de múltiples partes interesadas en la sociedad, el cambio de prioridades y la incertidumbre inherente a las nuevas iniciativas. Un líder disruptivo debe crear y creer en  una cultura de innovación y la toma de riesgos que genere nuevas perspectivas y desafíe la práctica existente, posibilitando un fuerte enfoque en el ciudadano, dentro de su sociedad  que se anticipe y responda  a las necesidades del mismo.

Los países  más innovadores y con una sociedad civil exitosa han revolucionado y reformado fundamentalmente las políticas existentes, o han creado otras completamente nuevas. Una innovación disruptiva en política es aquella que crea una nueva, innovadora, eficiente y efectiva respuesta a una necesidad de la sociedad, aportando una propuesta de valor muy distinta a las que se vienen históricamente adoptando.

Hay múltiples factores a considerar al implementar una idea innovadora en la sociedad con el propósito de ser disruptiva, por ello los ciudadanos debemos identificar los componentes esenciales de las ideas y propuestas verdaderamente disruptivas a saber: Que las deseemos y que sean factibles.

El primer indicio de que una idea de un político es buena, así sea nueva o rara por llamarla así, es que nos genere a nosotros como ciudadanos el deseo de que esa idea se pueda llevar a cabo, que nos gustaría que fuera realidad. El político disruptivo debe  tratar de crear una experiencia centrada en el ciudadano, es decir que se identifique con  lo que realmente quieren los habitantes de una ciudad o país. Se trata de ayudar a la sociedad a satisfacer una necesidad de concretar un derecho,  lograr una meta, etc., Puede hacer esto mirando sus prioridades,  lo que están tratando de lograr y cómo quieren hacerlo, ponerse  en  los  zapatos del ciudadano, preguntarse ¿Qué les parece una solución?  Tratar de encontrar los puntos principales a resolver, esto le dirá si se  está resolviendo el problema correcto con innovación.

Por otro lado se debe mirar el componente de la viabilidad o factibilidad, aquí se debe abordar si la idea disruptiva es posible hacerla realidad porque  funciona para el corto y largo plazo y si proporcionará los rendimientos adecuados. La viabilidad requiere que se concentre en la cadena de valor en términos de lo que los ciudadanos esperan de los servicios del Estado, mirando tanto la efectividad  como la sostenibilidad para lograr resultados óptimos,  se debe considerar si la nueva innovación va a contribuir al  crecimiento de la sociedad a largo plazo, como parte de la viabilidad, también tendrá que evaluar el riesgo de la nueva solución. Por muy tentador que sea copiar otras ideas implementadas en otros países y sociedades y llamara a eso  innovación, se está en el riesgo de tener que enfrentar que lo que funcionó para ellos puede que no funcione para nosotros. 

*𝙰𝚋𝚘𝚐𝚊𝚍𝚘, 𝙿𝚑𝙳 𝙳𝚎𝚛𝚎𝚌𝚑𝚘, 𝙼𝚊𝚐í𝚜𝚝𝚎𝚛, 𝙻𝚎𝚐𝚊𝚕𝚝𝚎𝚌𝚑, Mercadología, 𝙰𝚎𝚛𝚘𝚗𝚊u𝚝a.

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