Por Iván de J. Guzmán López

A nuestra deficiente calidad educativa, debo agregar la poca cultura literaria de los antioqueños y colombianos, no obstante que llevamos a cuestas el apelativo de “Tierra de poetas”. Y lo digo, porque releyendo Morada al sur, me lleva a recordar que este próximo mes de noviembre, se cumplen 48 años del fallecimiento de un poeta excepcional, cuya vida fue siempre discreta, sencilla y movida por una sensibilidad extrema. Su vida se apagó en Bogotá, en 1974, cuando contaba 68 años. Se trata de Aurelio Arturo.

La obra poética de Aurelio Arturo es de las menos conocida por el común de la gente, pero una de las más estudiada por los críticos y entendidos en asuntos poéticos y literarios, dentro y fuera de Colombia. Aurelio Arturo Martínez nació en La Unión, Nariño, el 22 de febrero de 1906; era hijo del maestro de escuela Heriberto Arturo Belalcázar y de Raquel Martínez Caicedo. Su infancia transcurrió en el ambiente pastoril de la época, en su pueblo; los paisajes idílicos, casi bucólicos, el trabajo rudo, el contacto con los campesinos, la vida sencilla y el amor de sus padres, marcarían al poeta a tal punto que toda su poesía parece una búsqueda constante de la infancia, de su tierra y de su gente.

Terminó el bachillerato en el colegio de los jesuitas de la ciudad de Pasto. Sus temporadas de vacaciones las vivía en La Unión, donde disfrutaba de buenos y variados libros, que su padre y su abuelo hacían traer desde Popayán, a sabiendas de la ya conocida inclinación literaria de Aurelio.

En 1925, tras la muerte de su madre, el poeta marchó a Bogotá a estudiar Derecho. La nostalgia por las cosas sencillas de su infancia y adolescencia, la realidad citadina de la capital, y su época de estudiante de derecho en la Universidad Externado de Colombia, se descubre en algunos poemas que aparecen publicados en la revista universitaria, que por esas calendas dirigía el joven Germán Arciniegas.

Así, desde su tiempo de estudiante, inició una paciente y pausada labor poética, compartida después con múltiples cargos públicos en la rama judicial. Sin afanes de publicación, trabajaba cada poema con dedicación y mesura, lo que lo hacía pasar inadvertido en el mundo literario de entonces. Ya en 1945, aparecen varios de sus poemas publicados en la revista Cántico; en la revista de la Universidad Nacional se publica el poema Morada al sur, que luego daría título a su único libro. De 1945 a 1963, fueron apareciendo todos los poemas de Morada al sur, de tal forma que cuando aparece el libro, lo que hace es darle identidad bibliográfica: Los primeros versos de Morada al sur, dicen:

En las noches mestizas que subían de la hierba, / Jóvenes caballos, sombras curvas, brillantes, / estremecían la tierra con su casco de bronce. / Negras estrellas sonreían en la sombra con dientes de oro”. (…)

Aurelio Arturo nos recuerda, como ninguno, que “la patria del hombre es la infancia”. La originalidad de sus poemas, de marcado tono lírico, con advertidas dimensiones épicas, se percibe en los apartes del poema Rapsodia de Saulo:

Trabajar era bueno en el sur, cortar los árboles, hacer canoas de los troncos. /

Ir por los ríos en el sur, decir canciones, / era bueno. Trabajar entre ricas maderas.

…Trajimos sin pensarlo en el habla los valles, / los ríos, su resbalante rumor abriendo noches, / un silencio que picotean los verdes paisajes, / un silencio cruzado por un ave delgada como hoja”…

En 1954 muere su padre, y, ya casado (lo había hecho en 1945), regresa a su tierra. Tras la publicación del libro por parte del Ministerio de Educación, gana el Premio Nacional de Poesía Guillermo Valencia, en 1963. Con Morada al sur, Aurelio Arturo inscribió su nombre en las antologías y en la historia literaria colombiana.

Puntada final: Qué bueno que nuestros niños y jóvenes, como un ejercicio de verdadera calidad educativa, leyeran a nuestros poetas, en especial los de la calidad literaria de Aurelio Arturo. No es bueno, solamente,  premiar concursitos donde sobresale el acumulador de datos, como suelen hacer por aquí, las autoridades educativas.