El fundamento de la armonía familiar

Por: Tomás Melendo Granados | Fuente: masterenfamilas.com

I. La familia, institución natural

Repetidas veces ha explicado Juan Pablo II que, «en su más íntimo misterio», el Dios Uno y Trino «no es soledad, sino familia» . Para quienes llevamos ya algunos años empeñados en una tarea más o menos fecunda de reflexión metafísica, no puede haber indicio más determinante de que la familia constituye una auténtica institución natural.

Nada más natural, podríamos decir, que lo que surge inevitablemente de los principios configuradores de algo: de su núcleo ontológico más íntimo, propio y constitutivo. Y como el ser es el principio radical y primigenio, el fondo energético original del que dimana cuanto encontramos en un existente, lo natural acabará siendo, en última instancia, lo que para cada uno se deriva del propio ser. En este contexto, la referencia a la Trinidad con que he abierto estas páginas viene a decirnos: cuando el ser alcanza la categoría suficiente para convertir a su sujeto en persona, esta no puede permanecer aislada, sino que tiende a configurarse, irremediablemente, como familia.

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