Por Iván de J. Guzmán López

A escasos 7 días, el 29 de mayo de 2022, estaremos eligiendo a la persona que llevará sobre sus hombros el peso y el honor de dirigir por buen camino a nuestra Nación: a Colombia. Si no es posible esa elección porque el binomio propuesto para presidente y expresidente no logró cumplir la norma ganadora de obtener la mitad más uno del total de votos válidos el citado 29 de mayo, entonces iremos a la llamada segunda vuelta, el día 19 de junio de 2022, entre los dos candidatos con mayor votación.

Para entender nuestro tesoro invaluable del derecho al voto, recordemos que Colombia es una república, y que en ella vivimos un sistema democrático. Así pues, el ser una república, nos está diciendo que en Colombia tenemos un gobierno regido por el principio de división de poderes, y que, por ser democrático, el gobierno (presidente, gobernadores, alcaldes, concejales, etc.), es elegido por el pueblo, mediante un sistema electoral, basado en el voto unipersonal, cuidadoso y responsable.

Es de recordar a nuestros amigos, familiares y parientes, que para las elecciones del 29 de mayo, muy especialmente por la coyuntura citadina de desacato a la autoridad legítimamente instituida promovida por los mismos servidores, sumado esto al irrespeto de las instituciones democráticas y el llamado abierto e irresponsable a mostrar de hecho y de palabra actitudes de desobediencia administrativa, que lo hacen es crear más caos en la ciudadanía, nos está llamando a votar bien. A no repetir historias dolorosas.

En el ámbito nacional, ocurre más o menos la misma circunstancia, agravada por los problemas coyunturales de desempleo, violencia e inconformismo, elementos estos que están siendo aprovechados de manera escandalosa y sin escrúpulos por algunas candidaturas para engañar a un sector del electorado, mayoritariamente joven, que cae en la trampa de la demagogia, las promesas salidas de la realidad y las falacias (mentiras repetidas hasta el cansancio, que terminan convirtiéndose en “verdad” hasta para el propio candidato embustero), víctima del desencanto y la inconformidad.

En las próximas elecciones, tenemos una tarea indelegable para bien propio, de nuestra comunidad y de Colombia: votar a conciencia por el mejor candidato; por el que consideremos más honesto, el responsable, el estudioso de los problemas y las necesidades de la comunidad (que aunque escasos, los hay). Votar por mentirosos o politiqueros, es votar por más pobreza, más corrupción y más delincuencia para una patria, que ya no soporta tanto mal juntos. Votar por estos farsantes, es votar por un aspirante a tiranuelo, a semejanza de lo que pasó en la otrora rica Venezuela, en Chile, o la triste Nicaragua sometida por un “héroe” sandinista con 40 años en el poder, hoy campeón del atraso, la tiranía y la pobreza.

Votar es nuestra obligación ciudadana y democrática. Las opciones están a la mano. Es hora de defender lo que nos queda de democracia, entendiendo que un gobierno necesita apoyo, necesita participación y necesita quién sea capaz de solicitar enderezar procesos de una manera democrática, propositiva y pacífica.

Y si los candidatos no llenan las expectativas, sencillamente recurramos al voto en blanco. Es preferible a la abstención. “De acuerdo con la sentencia C-490 de 2011 de la Corte Constitucional, que declaró la exequibilidad de la Ley 1475 (Reforma Política), el voto en blanco es “una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad, con efectos políticos”. Y agrega que “el voto en blanco constituye una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector. Como consecuencia de este reconocimiento la Constitución le adscribe una incidencia decisiva en procesos electorales orientados a proveer cargos unipersonales y de corporaciones públicas de elección popular”.​

De acuerdo con el artículo 9 del Acto Legislativo 01 de 2009, en caso de victoria del voto en blanco, “Deberá repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una corporación pública, gobernador, alcalde o la primera vuelta en las elecciones presidenciales, cuando el total de los votos válidos, los votos en blanco constituyan la mayoría. Tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras que en las corporaciones públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral”.

Votar es obligación de todo aquel que esté preocupado por su patria. No votar, es dar margen a que los mercaderes de la política, “secuestren” a un país que amamos, donde vivimos  y que es de todos.

Este 29 de mayo debemos acompañar al candidato que sea opción de vida democrática para Colombia; si es necesario, el próximo 19 de junio, todos a votar bien.

¡Todos a cuidar nuestra Nación!