Las Constituciones serias,  responsables y bien hechas se caracterizan por durar mucho tiempo y además se caracterizan porque no tienen que estar siendo reformadas cada ocho días, es decir son Constituciones férreas, impositivas,  respetadas, acatadas en sus derechos, deberes y obligaciones por todos los ciudadanos;   en estos treinta años la Constitución de Colombia se ha quedado corta,  por eso, ese ensayo que hace 30 años se aplaudió a rabiar por los colombianos hoy es objeto de críticas por todos lados,  por tener y mantener unas figuras que no debieron haber aparecido,  unas instituciones que se quedaron cortas y  otras con un desbordado poder y que recientemente con los diálogos de La Habana y con el mal llamado acuerdo de paz,  quedó la Constitución más débil y con una jurisdicción especial que todo lo puede, que  todo lo tramita,  que todo lo supera y que al parecer está por encima de la misma Constitución y de la Corte Constitucional, donde algunos analistas hablan de poderes supraconstitucionales que fueron impuestos por unos pocos y después desaprobados en las urnas por la mayoría de los colombianos, lo que da todos los visos de inconstitucionalidad en esa creación.

Así mismo hay unas figuras que como la tutela que en su momento también fue un gran logro, hoy se ha convertido en unos casos en un arma ineficaz y en otros en un arma de doble filo, sólo para demostrar qué o cual institución o  tribunal tiene mayor poder que otro, con fallos que van desde el favorecimiento económico hasta el desconocimiento de derechos, como en la llamada justicia de restitución de tierras; igual análisis merece el tema de esa jurisdicción especial, que ahora opera para muchos menesteres y que con sus superpoderes ha ido incrementando su accionar peligrosamente, con un marcado sesgo ideológico que produce pavor en muchos círculos de análisis Jurídico.

En materia de descentralización sí que nos quedamos cortos con esta Constitución, con unas normas que lo único que permiten es que haya una cantidad de obligaciones a los entes territoriales y que en materia de recursos continuamos con la recentralización del estado colombiano. No hay ni regiones ni estado unitario y mucho menos federado, el país hoy, 30 años después de expedida la Constitución Política orgullo de algunos, pasa por un momento dónde los derechos de las mayorías son pisoteados por las minorías, donde ejercer autoridad y aplicar las normas es atropellar a aquellos pocos que se creen con derechos y sin obligaciones, cuando no supuestamente se constituyen en violación de sus derechos humanos, como si quienes son vandalizados diariamente no tuvieran derechos.
Obviamente que es importante haber modernizado la Constitución para ponerla al momento de la evolución de la sociedad y así se hizo con la  de 1991 que conservó muy poco de la que nos regía desde 1886. Algunos dicen que Colombia se transformó para bien y otros argumentan lo contrario. Hoy tres décadas después solo nos quedan muchos interrogantes, de los cuales dejo: ¿qué Constitución tenemos y cuál necesitamos? y sobre todo, ¿cuál merecemos la inmensa mayoría que nos sentimos atropellados y cercados por unas minorías? O acaso ¿Es esta la Constitución propia para  la dictadura de las minorías?

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