Colombia, 19 sep (EFE).- (Imagen: Ricardo Maldonado) La piel curtida por el sol, las manos ásperas de un campesino y un lenguaje llano: “Siempre hemos esperado la paz”. Jesús Emil Cañizares habita en una pequeña aldea del Catatumbo, una zona rural andina que limita con Venezuela infestada de coca y violencia, donde la paz es una promesa olvidada.
Jesús, como muchos campesinos de Colombia, vive en medio del fuego cruzado y de las minas sembradas por los grupos armados. Para comprender su frustración hay que retroceder en el tiempo. En 2016, Colombia era un invernadero de ilusiones, se firmaba un histórico acuerdo de paz con las FARC, la guerrilla más antigua de América, tras 50 años de conflicto armado y muchos más de guerras civiles.
INCLUYE IMÁGENES DE RECURSO Y DECLARACIONES DE:
Anonimo – Líder Social
Gérman Mosquera – Profesor Rural
María Antonia Amaya – Líder Social
Ariel Avila – Sub Director fundación PARES