Por: Balmore González Mira

Como ciudadano de a pie he venido observando la campaña política que muy pronto nos llevará a las urnas a ejercer el sagrado derecho al sufragio, donde decidiremos la conformación del Congreso y nada más que la de definir quién nos gobernará en los próximos y definitivos cuatro años. Con pasmosa incertidumbre vemos la pobreza de las propuestas de los candidatos de uno y otro lado y quiénes osadamente lanzan algunas, nos preocupan aún más por la inviabilidad de las mismas.

Hay temas que por repetidos no dejan de ser importantes, y aunque ellos han sido una permanente frustración para el pueblo colombiano, hoy vuelven al escenario como si fueran la novedad de viejos y nuevos aspirantes, reformar la justicia, restructurar  la educación, transformar el sistema de salud, modernizar el estado y revisar la carrera administrativa,  hacen parte del mismo propósito que hemos escuchado por lo menos en lo que va de este siglo. Por eso los jóvenes andan conquistados por promesas incumplibles y mesías de ideas poco  claras que han sido un fracaso cuando tuvieron la oportunidad de gobernar. Muy importante revisar propuestas y ejecutorias de aspirantes y el ejercicio de sus cargos cuando ya han tenido esa experiencia, bien en el ejecutivo, ya en el legislativo.

Hay temas que aún están en el tintero después de la aprobación de la Constitución de 1991 y que en estos 30 años no ha sido posible su desarrollo y eso tiene que ver con asuntos como la verdadera descentralización y el desarrollo autónomo de las regiones; la capacidad administrativa de Gobiernos locales y regionales y con ello el voto programático para el ejecutivo que da pie al cumplimiento de sus programas de gobierno y los planes de desarrollo que en muchas oportunidades se convierten en un canto a la bandera.

La valoración de las obras que se han quedado sin terminar en municipios y departamentos de todo el país, muchas de ellas con presupuestos de todos los órdenes, incluido el nacional tienen un valor billonario incalculable, afectando comunidades, en capitales, poblados, centros urbanos y recónditos lugares de la geografía, donde llevan décadas esperando la terminación de las mismas pues realmente se han constituido en unos verdaderos elefantes blancos que son desgracia y vergüenza de los gobernantes. Qué tal que un candidato serio a la Presidencia o Congresistas responsables lideren una propuesta de que en un plazo perentorio se destine el presupuesto a terminar las obras inconclusas que ha dejado el estado regadas por doquier y unas comunidades esperando su culminación; definir la responsabilidad de las que realmente son inviables y entregar un verdadero balance en la ejecución de las mismas. Vemos ejemplos de obras que son paralizadas por el gobierno de turno, sólo porqué el anterior no era de la misma línea o simpatía y el deterioro y posterior recuperación es aún más costoso de recuperar, que haberlos culminado a tiempo.

Decidir bien el próximo año nos llenará de esperanzas para el futuro o nos llevará a la frustración y a la autoconstrucción de nuestro propio cadalso.

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