Claudia Polanco Yermanos
Bogotá, 31 ago (EFE).- El colombiano Gueber Raúl Ariza -que saborea desde hace una década el éxito hollywoodense al trabajar con Penélope Cruz, Mark Wahlberg, Will Smith o Tom Cruise- protagonizó su propia película de terror durante los 12 años que estuvo preso en varias cárceles del país en las que descubrió que la actuación le daba las alas que le hacían falta para recuperar la libertad.
Su tragedia empezó siendo apenas un niño, cuando su mamá lo envió a vivir con una tía que estaba casada con un narcotraficante.
La mujer creyó que esa era la oportunidad para que uno de sus ocho hijos abandonara la pobreza y estudiara. Lejos estaba de imaginar el guión de la historia que estaba por escribirse.
“Al vivir con ellos empecé a pensar que hacer cosas malas era algo bueno. Yo quería ser como el esposo de mi tía y me convertí en un delincuente. Tanto así que fui condenado a 20 años de cárcel por los delitos de narcotráfico y secuestro”, relató Ariza a Efe.
Tras las rejas descubrió que sus valores estaban “trastornados” y que era el momento de tomar “decisiones inteligentes” para transformarse en una “persona correcta”.
Por ello, cuando en 2001 salió libre sintió que el antiguo Gueber Raúl había muerto en la cárcel y que la que tenía frente a sí era la posibilidad de renacer.
“Como condenado aprendí que la riqueza está dentro de cada uno porque el dinero es una ilusión y las equivocaciones se pagan caro”, dijo al participar en la “Tercera Feria Expotalentos 2019. Arte y Cultura para la Libertad”, que realizó este viernes el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) en la Plaza de Bolívar de Bogotá.
En ese lugar, en donde ofició como presentador de la actividad, compartió la tarima con reclusos de las 132 cárceles colombianas, muchos de los cuales salieron por primera vez unas cuantas horas para actuar, cantar, bailar, modelar o exhibir las artesanías que elaboran.
Ellos, que hacen parte de los 123.000 presos que hay en el país, buscan en el arte la fortaleza que se requiere para demostrar que cambiaron.
Esa intención la entiende Gueber Raúl, que manifestó haberle pedido perdón a sus víctimas y sentirse ahora “libre no solamente por haber dejado la cárcel” sino por recobrar con la actuación algo de la humanidad que perdió por cuenta del delito.
Por eso él, que es el único acróbata de cine en Colombia mayor de 50 años y que ha hecho parte de más de 40 producciones entre ellas las películas “Triple frontera” y “Milla 22”, no dudó en afirmar que podría morirse hoy y “estar tranquilo”.
“Yo soy la prueba de que cualquiera puede convertirse en aquello que sueña. Hace 10 años quise ser actor y ahora lo soy, estoy casado y tengo tres hijas. Mi vida es muy diferente, eso me hace feliz y esa parte de mí es la que me gusta compartir con quienes actualmente afrontan una situación difícil como la que yo tuve”, indicó.
En el escenario también ha podido “volar” hacia la libertad el profesor de teatro Cristhian Adrián Cardona, quien a sus 46 años es el artífice del grupo “Abrakadabra”, que desde 2011 utiliza las tablas para “abordar el existencialismo del ser humano”.
A la Cárcel La Modelo, reconocida como una de las más violentas de Colombia, Cardona llegó con el estigma de ser sindicado de un delito sexual.
“Yo siempre trabajé con poblaciones vulnerables como profesor pero nunca había sido yo la población vulnerable. Estar preso es algo fuerte para mí porque la cárcel destruye en un día la dignidad y el nombre de cualquier persona”, afirmó Cardona, que aún sigue en prisión.
Desesperado, halló en el teatro la forma de sobrevivir, mantenerse cuerdo y hacer la diferencia.
El proceso fue difícil porque sus compañeros de reclusión, muchos de ellos hombres que se han hecho aún más recios en medio de los barrotes, se sentían intimidados de solo pensar en sacar a flote la sensibilidad que se requiere para interpretar un personaje.
Pero, para su sorpresa, poco a poco entendieron que la intención era permitir que el público viera en ellos algo más que un infractor de la ley y les permitiera sacar a flote su calidad humana, hacer catarsis, llorar, gritar, quitarse las cargas emocionales y despedirse de los fantasmas del pasado que los atormentaban a diario.
En los nueve años que lleva encerrado Cardona, que el año pasado ganó la “Beca de Dramaturgia Teatral” del Ministerio de Cultura de Colombia, ha capacitado a 50 reclusos como actores en 12 obras, una de las cuales presentó en la Plaza de Bolívar.
“El Suicidio”, como llamó a la representación en la que participaron 10 personas, “es un espacio en el que nos reímos de nuestra propia tragedia” y que hace posible “respirar otro aire frente al público”, entre el cual hubo familiares que se acercaron a la Plaza de Bolívar con pancartas en las que se leían frases de apoyo.
En medio de la emoción de reencontrarse, aunque de lejos con sus seres queridos, estos actores que llegaron esposados hasta las escaleras previas al escenario y en todo momento estuvieron custodiados por guardias del Inpec fuertemente armados, recibieron el efusivo aplauso que, sin dudarlo, les “devolvió la vida y parte de su libertad”. EFE