Por: CR (RA) HORACIO LEMA GALIANO – JDN DE ACORE

Iniciamos el último mes del año y entramos en reflexión, discernimiento espiritual y balance en todas las áreas de la vida. En este escrito tratamos de identificar la influencia obtenida ante los ojos de la ley, para lograr mayor respeto en materia de el derecho a la vida y demás DDHH de todos los colombianos en el año 2021. Desde la creación del ser humano, los padres dan vida y sentido al hogar. Sus hijos son la mayor bendición de DIOS, son el centro de sus emociones, voluntad, intelecto, es decir, son su alma y su espíritu (conciencia, comunión con Dios e intuición). En razón a esta verdad teológica, cuando los hijos fracasan, enferman y más grave aún, cuando mueren violando el orden de la biología, o sea su origen y su evolución básicamente, el dolor es indescriptible y solo la muerte a los padres los despoja de semejante dolor.

Desafortunadamente la formación de los hijos hoy, tiene muchas aristas que definen su conducta y actitud actual y posterior ya que, influyen con mayor intensidad que las que adquieren en sus hogares, por ejemplo: la educación formal que hoy suma un número significativo de tiempo en su preparación, no es tan influyente como las redes sociales masivas y la televisión que, presentan en forma repetitiva programas donde la violencia, la maldad, el asesinato, la corrupción y la degradación están al orden del día. “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”.  Por eso, “los padres lloramos en silencio”.

En el país, niñas y niños siguen siendo arrebatados de sus hogares de mayoría campesina y son reclutados a la fuerza y violados, más los padres que lograron sobrevivir, hoy lloran en silencio en forma oculta, desde lo más profundo de su alma y espíritu, y estas lágrimas solo las purifica el Señor. Es muy difícil, casi imposible pedirles a estos personajes que han cometido tantos delitos de lesa humanidad contra los niños, mayores y ancianos, que tengan vida espiritual, ¡si la tuvieran tendrían temor de Dios!

Para nosotros como padres nuestra vivencia no deja de ser un sufrimiento desde que nacen, porque la responsabilidad dura hasta que somos llamados a recibir el premio mayor. Lloramos en silencio toda la vida, es un llanto oculto que solo lo soporta el alma, y no logramos influir como aspiramos, en sus relaciones para que sean afectivas y respetuosas en el hogar. La conducta del pecado que desarrollamos todos en nuestras mentes, los conducen a destrozar en oportunidades su relación de hijos o hermanos por la disputa de bienes materiales que incluso no construyeron ni lucharon y que dejaron sus padres. Existen familias enteras que por este motivo rompieron violentamente sus relaciones, hermanos que no se apoyan, incluso ni se hablan, por tal motivo los padres ingresamos a lo sumo en un llanto oculto que nos produce mucho dolor y sufrimiento.

No hay un solo padre que, al ser confrontado por un familiar, consejero espiritual o profesional no haya llorado en silencio, oculto en lo más profundo de su alma por un hijo. Por esos hijos que por su naturaleza pecaminosa se sumergen en luchas internas que solo dejan perdidas y daños psicológicos y mentales.

Para los abuelos esos nietos son su premio mayor, son la felicidad más grande que les puede dar un hijo, son un pedacito del cielo; suaves, tiernos, cariñosos. Son un bálsamo para sus vidas, y los disfrutan en edades donde hay más calor de hogar y la influencia negativa externa no esta tan arraigada. En los abuelos aflora ese sentimiento de amor caracterizado por la experiencia, sabiduría y valor que dejan las huellas de los años. Ellos son la nave que recorre el espacio infinito para llevar su legado al creador y pedir por su total protección. los abuelos ya lloraron innumerables veces en silencio, ocultos desde el interior del alma, durante el transcurrir de la vida como padres.

En conclusión: el llanto oculto de los padres crece en este país de manera acelerada, porque sus verdugos siguen gozando de las mieles de la impunidad, el conflicto interno continúa creciendo en actos violentos y atroces, los asesinatos siguen en aumento, quienes quieren tomar el poder mediante engaños muestran total desprecio por la vida de propios y extraños. Solo se defienden los DDHH de quienes permanentemente los violan para sorpresa de esos padres que lloran en silencio la perdida de sus hijos policías y soldados, que no gozan de la protección de sus derechos en esta tierra.

Hoy en el país existen aproximadamente 20.000 adultos mayores que viven en centros de protección, cuyo registro corresponde a 545 hogares geriátricos, allí se encuentra la mayoría de padres y madres que continúan llorando en silencio desde lo más profundo de su ser. En navidad se escucha a gran voz el llanto oculto en todos los hogares, por sus hijos militares o policías que no llegaron.

CR (RA) HORACIO LEMA GALIANO

JDN DE ACORE