Por Iván de J. Guzmán López

El sábado 5 de junio de 2021, se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente. La Asamblea General de las Naciones Unidas fue la encargada de establecer esta fecha, en el año 1972, con el fin de concientizar a la población mundial sobre la importancia de los recursos naturales y su preservación. Debemos recordar que este día fue elegido para contribuir a crear conciencia acerca de la necesidad de proteger y mejorar el medio ambiente, en recuerdo a la apertura de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, reunión en la que se aprobó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio.

Es bueno recordar que si bien las tres reglas que se han difundido con respecto a este día fueron las de  “reducir, reciclar y reutilizar”,  para este año 2021, las Naciones Unidas proponen una nueva regla con el lema: Reimagina, recrea, restaura; es decir, El Día Mundial del Medio Ambiente, durante el 2021, se centrará en la restauración de los ecosistemas, lo que para la ONU significa “prevenir, detener y revertir” el daño ocasionado en la naturaleza. A su vez, la tarea en este Decenio 2021-2030, es la Restauración de Ecosistemas, cuya misión es “revivir miles de millones de hectáreas, desde bosques, hasta tierras de cultivo, incluidas montañas y profundidades del mar”.

Al tenor de estos planteamientos (pues no quiero, a esta hora del alba) seguir pontificando o lanzando arengas maquilladas de ecología, o recurriendo a tratados académicos, como alguna vez lo hacía mi profesor de Ecología y medio ambiente, en una de mis universidades, me referiré a un caso puntual y paradigmático.

Quiero contar, con un tono de orgullo y admiración, que hace poco tuve el honor de compartir almuerzo, a más que una deliciosa conversación con los empresarios Ana Lucía Gómez Múnera, Bernardo Antonio Sánchez Noreña y Mauricio Vargas Vélez, dueños de las empresas Aprocam Sas, y Prilas Sas (madera ecológica)  cuya tarea empresarial, productiva y de bienestar para decenas de familias, sumada bellamente a la obligación natural que tenemos todos los hombres y mujeres de ser buenos seres humanos, están dando ejemplo puro y constante (sin tener ninguna conversación adelantada con la Naciones Unidas, ni acuerdo alguno con los gobiernos local y nacional y tampoco contar con predicadores de la ecología y el medio ambiente), de lo que es la lucha por el Medio Ambiente y el bienestar de las personas y de las instituciones democráticas.

Hoy, cuando la deforestación está acabando con los ecosistemas, los árboles y la madera, en especial las denominadas “preciosas”; hoy, cuando el plástico ahoga las ciudades, contamina las fuentes de agua, los ríos y el ecosistema marino; hoy, cuando la cáscara de arroz se usa como desecho ante la imposibilidad de su tratamiento adecuado, ellos, los amigos Gómez, Sánchez y Vargas, mediante un sencillo proceso industrial (que no por ello deja de exigir recursos de tecnología y de capital), convierten la cáscara de arroz y el plástico de desecho, mediante novedosos diseños industriales, en todo tipo de maderas resistente al sol y al agua, versátiles, bonitos y fáciles de trabajar, a la hora de diseñar y fabricar Deks (dar calidez a los pisos exteriores), proyectos varios en madera para exteriores, pérgolas, insumos para fincas como estacones, cercas, recipientes, hasta casas funcionales, completas y atractivas combinadas con elementos metálicos, evitando así la deforestación, logrando el consumo adecuado de la cáscara de arroz y el uso productivo del plástico, elemento este altamente dañino al ecosistema, por ser un material muy poco biodegradable. 

Según un estudio publicado en la revista Science, se estimaba que “en 2010 se vertieron entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de basura plástica a los océanos del mundo. La cifra asusta, pero es solo una pequeña parte de los 275 millones de toneladas que ese año se generaron en 192 países costeros. La producción mundial de plástico se ha incrementado un 500% desde 1980, y estos materiales representan entre el 80 y el 90% de la polución oceánica. Pero la mayor parte se queda en tierra, y es en los países en desarrollo, con peores sistemas de saneamiento y reciclaje, donde el problema de la polución plástica cobra una especial trascendencia. De hecho, son los países en desarrollo y emergentes los principales responsables de la polución plástica: según el estudio de Science, de los 20 países más contaminantes solo el vigésimo es una nación occidental desarrollada, Estados Unidos”.

Hablar de las atrocidades de la tala del bosque y usos de madera, es llover sobre mojado; hablar sobre las toneladas de cáscara de arroz que se convierten en basura, es dato que entristece. Es hora de mirar con ojos de solución a estos problemas. La apuesta de Aprocam Sas, y Prilas Sas (madera ecológica), que lideradas por tres personas enamoradas y convencidas de lo que hacen, es aporte fundamental a la lucha contra la pobreza, contra la agresión a la naturaleza y una apuesta real y verdadera por la paz. Porque paz sin trabajo y sin respeto por la naturaleza y por el hombre, solo existe en el papel.

Esperemos que la Asamblea General de las Naciones Unidas, y los gobiernos locales y nacionales, apoyen y estimulen esta clase de empresas, si en verdad acatamos y respetamos la tarea para este año 2021, en la cual “las Naciones Unidas propone una nueva regla con el lema: Reimagina, recrea, restaura; y entendemos verdaderamente que la labor urgente en este Decenio 2021-2030, es la Restauración de Ecosistemas, cuya misión es “revivir miles de millones de hectáreas, desde bosques, hasta tierras de cultivo, incluidas montañas y profundidades del mar”.

Felicitaciones, amigos Gómez, Sánchez y Vargas, porque, desde el querido municipio de Bello, hacen la tarea, cumplen el mandato de la ONU y ayudan a la Paz social y espiritual, que tanto necesita Colombia.

1 Comentario

  1. ¿Cómo podemos vivir una buena vida en un planeta con más de siete mil millones de personas?

    Hay un tema central para ello y es convertir nuestras economías a que sean sostenibles y coherentes con lo ambiental. Lograr ese cambio de ecologizar la economía solo es posible si se transforman cuatro niveles: individual, empresarial, ciudad y nación. La transición a una economía más verde es un proceso complejo y desafiante, en todos esos niveles; en el nivel individual necesitamos los ciudadanos todos, ser conscientes, de cómo nuestras elecciones individuales pueden ayudar o obstaculizar el progreso hacia una economía verde. En el nivel empresarial el mayor desafío se concentra en cómo las empresas y las organizaciones eligen estrategias que pueden ayudar a la transición a una economía verde; por su parte, las ciudades y sus estructuras de gobierno deben encaminar todos sus esfuerzos a una planificación seria y comprometida a largo plazo con la transformación hacia lo ambientalmente responsable y por ende diseñar ciudades que puedan ayudarnos a lograr una gran economía enfocada al medio ambiente . Y finalmente, el gobierno nacional debe establecer políticas públicas claras y efectivas para promover una economía verde.

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