En 1878, el ingeniero inglés Lord William Armstrong diseñó y construyó la primera central hidroeléctrica en la casa llamada Cragside, en el condado de Northumberland. Usó el agua de los lagos del condado para alimentar una turbina. La electricidad que suministraba se repartía para dar iluminación, calefacción, agua caliente, un elevador, así como otros usos que ahorraban mano de obra y ayudaba a mejorar el uso agrícola de la finca.

A principios de la década de 1870, el inventor belga Zénobe Gramme ideó un generador lo suficientemente poderoso como para producir energía a escala comercial para la industria.

Hoy las nuevas tecnologías permite que cualquier persona pueda tener acceso a los repuestos y materias primas para crear mini centrales eléctricas.