EDITORIAL

FOTO DE PRESENTACIÓN MERAMENTE DECORATIVA

Desde la oposición se continúa apuntándole con regadera a todo y a nada, llevando al país, sin querer queriendo, hacia un penoso debilitamiento de su institucionalidad y a un ambiente espantoso de irreverencia e intolerancia social: un fiscal general y una procuradora desafiando y confrontando, política y públicamente, al Presidente de la República; un congreso, como siempre, moviéndose al son de la mermelada que le pueda ofrecer el Poder Ejecutivo; un  Presidente promoviendo sus propios paros y protestas públicas para tratar de sacar adelante sus iniciativas; un expresidente, con otros dignatarios y medios de comunicación, programando y dirigiendo paros y protestas, para impedir que prospere cualquier propósito gubernamental y, en torno a ello, como si ya todo se valiera en Colombia, cualquier agrupación social o económica, legal o ilegal, siguiendo el ejemplo de los dignatarios, salen a protestar públicamente y a sus propios estilos, cuando, donde y como les venga en gana, también. 

Aprovechando la debilidad institucional producida, lo que no pudieron hacer algunas empresas en la pandemia, lo están haciendo realidad hoy, como si nada: recordemos el aventón de Avianca para tomar 370 millones de dólares en 2020, con lo cual, de no ser por el oportuno pronunciamiento del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, aquí estaríamos esperanzados en la oración para recuperar ese dinero público. Así, hoy reconocidos personajes, que llevan décadas dirigiendo empresas privadas antioqueñas, y como en “las épocas de calzones”, indujeron sus empresas a rayar con el delito de la estafa, suspendiendo de manera repentina el cumplimiento de unas obligaciones (servicios) ya pagadas, después de haber ilusionado a la comunidad con promociones, logrando adueñarse (robarse) del dinero de los tiquetes, estafándolos y abandonándolos en el piso de los aeropuertos, a la espera del amparo de nadie. Nadie, porque la institucionalidad pareciera estar en paro también. Nadie, porque las únicas acciones que se están dando, son penosos y simbólicos actos de caridad y de misericordia de Petro, disponiendo de manera indeterminada e imaginaria el avión presidencial y eventuales cupos en los dos o tres aviones de SATENA, para ir embutiendo unos cuantos desfalcados pasajeros que puedan treparse a los mencionados aparatos.

Aunque en los medios se mencionan nombres de reconocidos empresarios antioqueños que deberían estar poniendo la cara ante la Justicia como representantes de las dos cuestionadas empresas, a la fecha no se conocen órdenes de captura, nadie ha sido detenido, nada ni nadie está en proceso de investigación, nadie está siendo juzgado por estas atrevidas, indeseables y delictuosas maromas financieras. El no responder por “377.000 tiquetes aéreos vendidos” (Revista Semana) por anticipado, en cualquier idioma significa una gran estafa.